Una guerra cultural estalló sobre las mansiones del Reino Unido. ¿Quién ganó?

Una pintura en Dyrham House, una gran mansión en el suroeste de Inglaterra, ofrece una vista panorámica del puerto de Bridgetown, Barbados, con plantaciones de azúcar esparcidas por la ladera. En otra habitación hay dos figuras talladas que representan a dos hombres negros arrodillados, sosteniendo conchas de vieira sobre sus cabezas. Están encadenados en los tobillos y en el cuello. Estas obras pertenecían a William Blathwayt, quien era dueño de Dyrham a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII, y como auditor general de ingresos de las plantaciones de Gran Bretaña, supervisaba las ganancias que llegaban de las colonias. Explicar la historia de un lugar como Dyrham puede ser controvertido, como descubrió la National Trust, la organización benéfica de casi 130 años que gestiona muchas de las casas históricas más valiosas de Gran Bretaña. Después de que la organización renovara sus exhibiciones para resaltar los vínculos entre docenas de sus propiedades y la explotación y la esclavitud de la era colonial, atrajo la ira de algunos columnistas y académicos de derecha, quienes acusaron a la confianza de ser “despierta”, sugirieron que estaba presentando una visión “anti-británica” de la historia, y comenzaron una campaña para revertir algunos de los cambios. La batalla resultante, que recuerda al acalorado debate sobre monumentos confederados en los Estados Unidos, se ha desarrollado durante tres años en las redes sociales y en periódicos de derecha en Gran Bretaña. Hasta ahora, la National Trust ha resistido la campaña y ha mantenido sus nuevas exhibiciones y sus referencias al colonialismo y la esclavitud. Pero la controversia ha sacudido a la confianza, cuyas reuniones anuales han visto a un grupo financiado de manera opaca, Restore Trust, intentar colocar a sus candidatos en el consejo de la organización, un grupo asesor que trabaja con la junta directiva de la confianza.

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