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” He estado durmiendo bajo un puente en Lagos durante 30 años”

After spending half of his life under a bridge in Lagos, Nigeria, Liya’u Sa’adu considers himself the protector of the many homeless individuals who have joined him there.

As more than 60 men now reside in this close-knit outdoor community under the Obalende Bridge, renting a shack has become unaffordable for them.

Mr. Sa’adu offers guidance to newcomers, particularly young people from distant towns and villages, on navigating the fast-paced and potentially risky environment of Lagos.

Speaking the Hausa language, commonly spoken in northern Nigeria, Mr. Sa’adu arrived in Lagos from Zurmi, Zamfara state in 1994.

Under his mentorship, residents like Tukur Garba have found valuable advice and respect in Karkashin Gada, also known as “Under the Bridge” in Hausa.

Adamu Sahara, a long-time resident near Karkashin Gada, notes the increasing homelessness in Lagos due to insecurity and economic challenges driving people from the north.

Despite the hardships, Mr. Sa’adu has managed to make his living by collecting scrap metal for recycling, though it is a constant struggle to support himself and send money back to his family in Zamfara.

The Karkashin Gada community faces pressure from the Lagos state environmental task force, risking fines and occasional raids for living there illegally.

Mr. Garba and other residents call for government compassion and assistance in finding suitable housing for those in need.

In Nigeria, however, shelter for the homeless is not provided by the government.

Tampoco hay ningún plan para hacerlo.

En cambio, el enfoque actual en Lagos es ayudar a las personas con salarios bajos, como limpiadores, conductores y mensajeros en oficinas, a comprar casas.

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Para personas como el Sr. Sa’adu, cualquier tipo de vivienda en Lagos es inasequible: alquilar una choza en un asentamiento informal cuesta alrededor de 100.000 nairas ($48; £62) al año, mientras que en un área de clase trabajadora, un pequeño apartamento cuesta alrededor de 350.000 nairas ($220; £170) anualmente.

Peor aún, muchos propietarios exigen un año de alquiler en el momento de la ocupación, sin planes por parte del gobierno para regular el mercado a pesar de que la crisis del costo de vida está haciendo que la vivienda sea inasequible incluso para algunos jóvenes profesionales.

Ante este panorama, personas como el Sr. Sa’adu se han resignado a seguir viviendo bajo el Puente de Obalende.

“Considerando lo que hago, es difícil ahorrar lo suficiente para conseguir un lugar decente donde quedarme”, dice mientras está acostado en su colchón con el ruido de los vehículos pasando justo arriba de su cabeza.

“Ya estoy acostumbrado al sonido de los autos. No afecta mi sueño en absoluto, especialmente después de un día agotador”, agrega.

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[Getty Images/BBC]

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