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Romy Mathis es dueña de un apartamento dúplex en la ciudad y una gran casa en el campo. Tiene un esposo cariñoso, dos adorables hijas y una exitosa carrera como CEO de Tensile, un negocio de robots no específico que dirige un exitoso esquema de entrega en almacenes. Romy, según el lenguaje de una revista de moda femenina, lo tiene todo, lo que naturalmente significa que quiere algo más, algo más. Pronto se embarca en una peligrosa aventura con su pasante de oficina, sorprendiéndolo en los baños al ritmo de “Never Tear Us Apart” de INXS.
Romy es interpretada por Nicole Kidman, cuya actuación brillante y audaz lleva un tono de angustia, como si no estuviera completamente convencida de todo en lo que se ha metido. Ella es la estrella de la película de Halina Reijn, que se estrena aquí en Venecia y podría haber sido el gran drama de este año, similar a “Tár”, sobre una mujer poderosa derribada, si no estuviera tan superficialmente complacida consigo misma, tan emocionada por su propia audacia. “Babygirl” tiene algunas cosas útiles y ocasionalmente provocativas que decir sobre la dinámica interoficinal y el deseo sexual, pero las entrega con la profesionalidad recortada y animada de una presentación corporativa anual.
La película comienza con un orgasmo y cierra con otro, aunque resulta que el primer clímax fue fingido, porque Romy nunca ha estado realmente satisfecha con su esposo. Ella confiesa tener “pensamientos oscuros”, se masturba compulsivamente frente a su computadora portátil y ansía una aventura que la saque de su rutina. Esto explica por qué está tan atraída por Samuel (Harris Dickinson), un veinteañero en la oficina de Nueva York de Tensile cuya autoconfianza pícara se encuentra justo al borde de la insolencia. El pasante quiere que ella lo oriente; él quiere lo que sea que pueda conseguir. Al llegar al trabajo una mañana, Romy lo ve domando a un perro callejero. Tal vez, piensa, él también puede domarla a ella.
Al igual que el primer clímax de Romy, la imagen es un burlesco, una actuación; expertamente realizada pero sospechosa en su núcleo. Reijn, una directora nacida en Holanda y ahora radicada en Nueva York, disfrutó de un éxito arrollador con la contundente “Bodies Bodies Bodies” en 2022, pero esta película es menos satisfactoria, y a veces bastante tonta. Ahora Romy y Samuel están atrapados en una ardiente y tóxica aventura. Él le está sirviendo platillos de leche al ritmo de “Father Figure” de George Michael, mientras su pobre esposo, Jacob (Antonio Banderas), se queda lidiando con los niños e intentando dirigir su última obra de teatro off-Broadway. El equilibrio de poder cambia. Samuel comienza a pensar que es el jefe. Señala que tiene un control crucial sobre Romy y que todo lo que se necesitaría es una llamada telefónica para poner fin instantáneamente a su carrera. “¿Te excita cuando digo eso?” pregunta con una sonrisa, y en este punto ella está tan confundida que probablemente sí lo hace.
¿Es spoiler mencionar que la aventura de Romy y Samuel no necesariamente termina bien? No hay un final feliz y ordenado para nuestros amantes lujuriosos; solo más desorden, más estrés y eventualmente, una pelea a gritos al lado del árbol de Navidad. El drama de Reijn merece crédito por su falta de moralización barata y sugiere que incluso la aventura más imprudente puede traer beneficios inesperados. Pero es demasiado poco, demasiado tarde, y a pesar de su excitante carnalidad y las luchas de poder en vaivén, las emociones de la película se sienten mecanizadas y envasadas al vacío. “Babygirl” se sale del camino luciendo casi tan pulcra y anónima como una caja del almacén de entregas de Tensile en el norte del estado.
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“Babygirl” se proyectó en el festival de cine de Venecia, y se estrenará en los Estados Unidos el 25 de diciembre y en el Reino Unido el 10 de enero.
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