El nuevo presidente de Sri Lanka, Anura Kumara Dissanayake, ha tomado juramento de su cargo, prometiendo “reescribir la historia” de un país que se está recuperando de su peor crisis económica. Dissanayake, de tendencia izquierdista, se ha presentado como un disruptor del statu quo político, y los analistas ven su victoria como un rechazo a la corrupción y al clientelismo que han plagado al país durante mucho tiempo. La elección del sábado fue la primera desde 2022, cuando el descontento por la economía alimentó protestas masivas y expulsó del poder al expresidente Gotabaya Rajapaksa. Dissanayake ha recibido mensajes de felicitación del primer ministro indio Narendra Modi, del primer ministro paquistaní Shehbaz Sharif y del Departamento de Estado de EE. UU. En una declaración en vísperas de su juramentación como presidente, el hombre de 55 años, también conocido como AKD, dijo “esta victoria nos pertenece a todos” y que Sri Lanka estaba en un “nuevo comienzo”. “Los millones de ojos llenos de esperanza y expectativas nos empujan hacia adelante, y juntos, estamos listos para reescribir la historia de Sri Lanka”, dijo. Durante la campaña, Dissanayake prometió a los votantes buena gobernanza y duras medidas anticorrupción. Ha prometido desarrollar los sectores manufacturero, agrícola y de TI de Sri Lanka. También se ha comprometido a continuar con el acuerdo alcanzado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para sacar a Sri Lanka de la crisis económica mientras se reduce el impacto de sus medidas de austeridad en los más pobres del país. El primer ministro de Sri Lanka, Dinesh Gunawardena, renunció antes de que Dissanayake fuera juramentado, allanando el camino para la disolución del parlamento. En una entrevista anterior con la BBC en singalés, Dissanayake señaló que disolvería el parlamento poco después de ser elegido. “No tiene sentido continuar con un parlamento que no esté en línea con lo que la gente quiere”, dijo en ese momento. Dissanayake ganó después de que el recuento se extendiera a una segunda vuelta el domingo, ya que ningún candidato pudo obtener más del 50% de los votos totales en la primera ronda. Una vez contados los votos de segunda y tercera opción para presidente, la Comisión Electoral dijo que Dissanayake había ganado con un total de 5,740,179 votos. El líder de la oposición, Sajith Premadasa, quedó en segundo lugar con 4,530,902. El presidente saliente, Ranil Wickremesinghe, obtuvo 2,299,767 durante la primera ronda de conteo y fue excluido de la segunda ronda. Wickremesinghe felicitó a su sucesor, diciendo: “Con mucho amor y respeto por esta amada nación, entrego su futuro al nuevo presidente”. Hasta la votación de este fin de semana, todas las ocho elecciones presidenciales de Sri Lanka desde 1982 habían visto al ganador emerger durante la primera ronda de conteo. Esta encuesta ha sido descrita como una de las más reñidas en la historia del país. La plataforma anticorrupción de Dissanayake resonó fuertemente con los votantes que han estado clamando por un cambio sistemático desde la crisis. Esto le permitió superar la aprensión sobre el pasado violento de su partido político, el Janatha Vimukthi Peramuna (JVP) marxista, que llevó a cabo dos insurrecciones armadas contra el estado de Sri Lanka en las décadas de 1970 y 1980. La alianza de Dissanayake, el Poder Popular Nacional -del que forma parte el JVP- cobró prominencia durante las protestas de 2022, conocidas como el Aragalaya – en sinhala significa lucha. Dissanayak también ha buscado moderar la postura de extrema izquierda de su partido en los últimos años. El nuevo presidente del país se enfrentará a las tareas gemelas de revivir la economía y sacar a millones de la aplastante pobreza. Un colapso económico alimentó la revuelta de Aragalaya que desalojó a Rajapaksa del palacio presidencial en 2022. En ese momento, las reservas de divisas extranjeras de Sri Lanka se habían agotado, dejando al país incapaz de importar productos básicos como combustible. La deuda pública se disparó a $83 mil millones mientras que la inflación se disparó al 70%. Esto hizo que lo básico como la comida y la medicina fueran inasequibles para la gente común. La miseria económica del país ha sido atribuida a errores importantes en la política, exportaciones débiles y años de baja tributación. Esto se vio agravado por la pandemia de Covid-19, que sofocó el turismo, un motor económico clave. Muchas personas también han culpado a la corrupción y la mala gestión, avivando la ira contra Rajapaksa y su familia, que gobernaron colectivamente a Sri Lanka durante más de 10 años. “El desafío más serio es cómo restaurar esta economía”, dijo el Dr. Athulasiri Samarakoon, científico político de la Universidad Abierta de Sri Lanka, a BBC Sinhala. Durante su mandato, Wickremesinghe aseguró una línea de vida de $2.9 mil millones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es crucial para abrir canales de financiamiento adicionales pero viene con estrictas reformas económicas y de gobernanza. Sri Lanka está reestructurando los términos de sus pagos de deuda con prestamistas extranjeros y nacionales, como lo exige el FMI. El enfoque principal ha sido la deuda externa de $36 mil millones del país, de la cual $7 mil millones se deben a China, su mayor acreedor bilateral. Al igual que Dissanayake, Premadasa también impulsó el desarrollo de TI, así como el establecimiento de 25 nuevas zonas industriales. Dijo que el turismo debería ser apoyado para que se convierta en la principal fuente de divisas del país. Wickremesinghe dijo durante la campaña que duplicaría la llegada de turistas y establecería un fondo nacional de riqueza, así como nuevas zonas económicas para aumentar el crecimiento. Reporte adicional de BBC Sinhala.
