Jane Mayer entrevistó al autor de “The Art of the Deal”, Tony Schwartz, en julio de 2016. La historia fue publicada en The New Yorker, donde Mayer es escritora de la plantilla y ha escrito muchas exposiciones brillantes.
Ella comienza:
En junio pasado, al caer el crepúsculo fuera de la extensa casa de Tony Schwartz, en una arbolada carretera trasera en Riverdale, Nueva York, sacó su computadora portátil y se puso al día con las grandes noticias del día: Donald J. Trump había declarado su candidatura a la Presidencia. Mientras Schwartz veía un video del discurso, comenzó a sentirse personalmente implicado.
Trump, frente a una multitud que se había reunido en el vestíbulo de la Trump Tower, en la Quinta Avenida, enumeró sus calificaciones, diciendo: “Necesitamos un líder que haya escrito ‘The Art of the Deal'”. Si eso era así, pensó Schwartz, entonces él, no Trump, debería estar postulándose. Schwartz envió un tweet: “Muchas gracias Donald Trump por sugerir que me postule para Presidente, basándote en el hecho de que escribí ‘The Art of the Deal'”.
Schwartz había escrito como fantasma la exitosa memoria de Trump en 1987, ganando un crédito compartido en la portada, la mitad del anticipo de quinientos mil dólares del libro y la mitad de los derechos de autor. El libro fue un éxito fenomenal, pasando cuarenta y ocho semanas en la lista de best-sellers del New York Times, trece de ellas en el puesto número 1. Más de un millón de copias han sido compradas, generando varios millones de dólares en regalías. El libro expandió la fama de Trump mucho más allá de la ciudad de Nueva York, convirtiéndolo en un emblema del magnate exitoso. Edward Kosner, el ex editor y editor de New York, donde Schwartz trabajaba como escritor en ese momento, dice: “Tony creó a Trump. Él es el Dr. Frankenstein”.
A partir de finales de 1985, Schwartz pasó dieciocho meses con Trump, acampando en su oficina, acompañándolo en su helicóptero, asistiendo a reuniones y pasando los fines de semana con él en su apartamento de Manhattan y en su finca de Florida. Durante ese período, Schwartz sintió que lo conocía mejor que casi nadie fuera de la familia Trump. Hasta que Schwartz publicó el tweet, sin embargo, no había hablado públicamente sobre Trump durante décadas. Nunca fue su ambición ser un escritor fantasma, y había estado contento de seguir adelante. Pero, mientras veía una repetición del nuevo candidato hablando durante cuarenta y cinco minutos, notó algo extraño: a lo largo de las décadas, Trump parecía haberse convencido a sí mismo de que él había escrito el libro. Schwartz recuerda que pensó: “Si pudo mentir sobre eso en el Día Uno, cuando era tan fácilmente refutable, es probable que mienta sobre cualquier cosa”.
Por favor, abre y lee.