El país ya votó en contra de convertirse en una república una vez, en 1999, sin embargo el apoyo público al cambio constitucional ha crecido desde entonces. Usando carteles satíricos, camisetas, posavasos de cerveza y otros parafernalias mostrando al Rey, la Reina y el Príncipe de Gales, la campaña de ARM insta a los australianos “jóvenes y mayores” a “decir adiós al reinado real”. “Esperamos un jefe de estado a tiempo completo y totalmente comprometido cuya única lealtad sea hacia nosotros – un símbolo unificador en casa y en el extranjero”, dijo la Co-Presidenta del movimiento Esther Anatolitis en un comunicado el lunes. “Es hora de que Australia diga ‘gracias, pero nosotros nos encargamos a partir de ahora'”, añadió. La organización citó una investigación que encargó que sugiere que el 92% de los australianos son “partidarios de una república” o “abiertos a ella”, así como un hallazgo de que al menos el 40% de las personas encuestadas no sabían que el jefe de estado del país era un monarca extranjero. Sin embargo, sondeos independientes pintan un panorama diferente, con una encuesta que sugiere que aproximadamente el 35% de las personas quieren seguir siendo una monarquía constitucional. El Primer Ministro de Australia es un republicano de larga data, pero su gobierno puso en espera cualquier plan para celebrar una votación sobre romper con la monarquía británica a principios de este año, diciendo que ya no era un tema prioritario. Durante el fin de semana, el Rey Carlos confirmó que había intercambiado cartas con el ARM antes de su visita, reiterando la política de larga data del palacio de que depende de los australianos tomar decisiones sobre su futuro. Las votaciones constitucionales en Australia son raras y difíciles de aprobar, requiriendo una ‘doble mayoría’ – el apoyo de más de la mitad de la nación en general, y una mayoría en al menos cuatro de sus seis estados. Solo ocho de 44 referendos han tenido éxito y casi todos contaron con el apoyo bipartidista. El referéndum de la Voz – que habría reconocido a los pueblos originarios en la constitución y les habría permitido formar un organismo para asesorar al parlamento – fue rechazado abrumadoramente después de un debate agotador.
