“No creo que nadie pueda garantizar la seguridad de Georgia hoy”, dice Maka Bochorishvili, jefa del comité de integración de la UE de Georgia, a la BBC en la nueva sede del Sueño Georgiano en Tbilisi. “No somos miembros de la OTAN, no tenemos ese paraguas sobre nuestra cabeza. La última guerra de 2008 no fue hace mucho tiempo”. Su partido aún promete llevar a la antigua república soviética de Georgia a la Unión Europea para 2030, pero ese compromiso parece vacío cuando la UE ha puesto en pausa el proceso debido a una ley que apunta a la “influencia extranjera” que amenaza a innumerables medios y grupos no gubernamentales. A eso se suma una reciente ley que apunta a los derechos LGBT en Georgia y reportes locales de intimidación a votantes, por lo que no sorprende que el embajador de la UE, Pawel Herczynski, sienta que “en lugar de acercarse, Georgia se está alejando de la Unión Europea”. El jueves, la policía financiera allanó los hogares de dos mujeres con sede en Tbilisi que forman parte de un brazo de investigación del grupo de reflexión con sede en Estados Unidos, el Consejo Atlántico. El primer ministro sugirió que las búsquedas “podrían descubrir algo interesante”.