Un maestro y estudiantes en la Academia Aspire Inskeep en Los Ángeles.
Cortesía: Escuelas Públicas Aspire
En la actual era de las guerras culturales en la educación, que incluyen la prohibición de libros, la supervisión del plan de estudios, y ajustes en las políticas escolares, el apoyo a los estudiantes de una manera culturalmente sensible y centrada en las relaciones a veces se presenta como en conflicto con mantener el rigor académico.
Pero equilibrar estos enfoques es más importante que nunca a medida que nuestras escuelas continúan recuperándose de la pérdida de aprendizaje relacionada con la pandemia, junto con las necesidades socioemocionales continuas de los estudiantes. No deberíamos tener que priorizar un enfoque sobre el otro: el rigor académico o apoyar las necesidades socioemocionales de los estudiantes a través de la enseñanza y experiencias culturalmente relevantes. Individualmente, cada enfoque se queda corto en proporcionar a todos los estudiantes el apoyo que requieren para un futuro exitoso. Al reenfocarlos como mutuamente reforzantes en lugar de mutuamente excluyentes, tenemos el potencial de transformar significativamente la educación para cada niño.
La enseñanza culturalmente relevante es el conducto para el éxito académico, y la instrucción rigurosa es efectiva cuando se basa en la enseñanza culturalmente relevante. Para apoyar a nuestros estudiantes, debemos equiparlos con las herramientas para el empoderamiento y también trabajar para crear entornos educativos inclusivos que fomenten el apoyo.
En la práctica, esto significa desde asegurarnos de que nuestros maestros y personal reflejen la composición demográfica de nuestros estudiantes, hasta examinar los recursos y el desarrollo profesional que traemos a nuestras escuelas para asegurarnos de que se satisfagan todas las necesidades de nuestros estudiantes. Significa tener conversaciones basadas en datos, fundamentadas en la equidad, sobre cómo estamos sirviendo a nuestros estudiantes más marginados.
Como líder escolar en las Escuelas Públicas Aspire en Los Ángeles, sabíamos que algunos de nuestros estudiantes más vulnerables eran aquellos que estaban crónicamente ausentes. Al sumergirnos en los datos, descubrimos que muchos de nuestros estudiantes faltaban a la escuela alrededor de los fines de semana de tres días y días festivos. Como parte de la implementación de nuestro marco de apoyo conductual e intervención positiva (PBIS, por sus siglas en inglés), nos enfocamos en programar celebraciones escolares y actividades de participación familiar antes y después de los fines de semana de tres días y días festivos para que los estudiantes no quisieran perderse la diversión. Además, los maestros se comunican con las familias de los estudiantes ausentes para brindar un toque más personal y comunicar el impacto positivo que su hijo tiene en su comunidad escolar cuando está en la escuela. Los primeros resultados de la implementación de este enfoque PBIS muestran promesas en la reducción del ausentismo, con una disminución interanual en las tasas de ausentismo crónico en nuestras 11 escuelas de Los Ángeles.
Un enfoque basado en datos fundamentado en la equidad también puede ayudar a servir a los estudiantes de educación especial. Por ejemplo, en una de nuestras escuelas, los estudiantes de educación especial mostraron un progreso notable en matemáticas, superando las tasas de crecimiento en matemáticas observadas entre sus compañeros de educación general, tanto en el LAUSD como a nivel estatal. Las escuelas tomaron un enfoque diferente para la intervención que en el pasado. Anteriormente, los estudiantes con planes de educación individual (IEP, por sus siglas en inglés), que son requeridos para todos los estudiantes en educación especial, no eran incluidos en las intervenciones de matemáticas, que consisten en una instrucción adicional de matemáticas en grupos pequeños durante el día escolar. El año pasado, los estudiantes con IEP participaron en estas intervenciones de matemáticas junto con los estudiantes de educación general. Esta intervención adicional, combinada con sesiones regulares de “enseñar de vuelta” durante las cuales los maestros practican la entrega de contenido a sus compañeros, recopilan comentarios y fortalecen su práctica, arrojaron resultados positivos entre nuestros estudiantes de educación especial.
Desarrollar asociaciones para incorporar currículos y recursos afrocentricos y LGBTQ+ también puede tener un impacto. Esto ha incluido desde el establecimiento de varios capítulos de la unión de estudiantes negros hasta un consejo asesor de familias negras, donde las familias se reúnen trimestralmente para discutir el contenido educativo y los planes de estudio negros. Puedo decir de primera mano que estamos viendo que estas asociaciones muestran resultados prometedores: los participantes en los programas de unión de estudiantes negros experimentaron una reducción promedio de ocho días en el ausentismo en comparación con el año anterior. También se están planificando pilotos de un curso LGBTQ+ que se alinee con los estándares estatales A-G (cursos requeridos para la admisión en las universidades públicas de California). Por último, dedicar recursos para cultivar una red de educadores negros es fundamental para establecer un personal docente más diverso.
Para cumplir con la promesa de una educación excelente para cada niño, es hora de trazar un camino que sea a la vez riguroso y culturalmente relevante. Así es como cumplimos con la promesa de un modelo educativo que sirve a todos los estudiantes.
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Chris Carr es el director ejecutivo de la región de Los Ángeles de las Escuelas Públicas Aspire, una organización de gestión de escuelas autónomas sin fines de lucro.
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