Reseña de Pedro Páramo – El realismo mágico mexicano está lleno de deslizamientos temporales y cambios de perspectiva | Película

Aquí hay una nueva adaptación de la novela realista mágica de Juan Rulfo de 1955 que luego inspiró a Gabriel García Márquez, entre otros; al juzgar por el enredo no lineal de la vida y la muerte, amores perdidos e ideales destrozados, uno se pregunta si también no fue una influencia en las películas fragmentadas de la nueva ola mexicana de los años 00 escritas por Guillermo Arriaga. Con el director de fotografía de Amores Perros, Rodrigo Prieto, como director aquí, esta fragmentación es al principio una dura introducción al bullicioso pueblo fantasma de la historia, luego emocionante, y finalmente un problema.

Juan Preciado (Tenoch Huerta) ha hecho una promesa a su madre en su lecho de muerte: que regresará al fatídico pueblo de Comala para finalmente conocer a su padre Pedro Páramo. Pero ¿quién es Páramo? “Un resentimiento viviente,” dice el primer caminante que Juan encuentra, antes de dirigirlo a hospedarse con la dueña del local Eduviges (Dolores Heredia). Después de mostrarle a Juan una habitación de ático vacía, ella dice que ha oído hablar de su madre, el primer indicio de que este pueblo ceniciento es en realidad un purgatorio lleno de almas errantes. Lo único que todos tienen en común es un relato relacionado con el tiránico terrateniente Pedro Páramo y su finca, La Media Luna.

Después de una primera media hora desorientadora que nos pide que nos acostumbremos a esta penumbra estigiana, mientras arroja flashbacks del joven y mimado Páramo, el modo de narración se va cohesionando lentamente. Alternando entre una variedad de vasallos en la órbita de Páramo, los deslizamientos temporales, cambios de perspectiva y medias verdades repentinamente expuestas son formas apropiadas de describir el terreno inestable del México rural de finales del siglo XIX; un infierno feudal y lleno de poder sobre el cual Páramo ejerce el derecho de pernada, pero paradójicamente persiguiendo su propia inocencia perdida.

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La multiplicidad gradualmente abruma a esta versión, sin embargo. No pasamos suficiente tiempo con el rudo capataz de Páramo, Fulgor (Hector Kotsifakis), la mendiga convertida en proxeneta Dorotea (Giovanna Zacarías) u otro personaje para entender completamente lo que representan en este fresco de degradación espiritual. Y un Manuel García-Rulfo poco potente parece estar mal elegido como el agujero negro en su centro; captura la triste ausencia que es Páramo, pero no su lado autocrático desenfrenado. Extrañamente, dado el acierto visual de Prieto, la película también es un poco sosa visualmente, salvo un prólogo llamativo iniciado por la cámara hundiéndose en las entrañas de la tierra. Pero la historia tiene suficiente poder residual para ofrecer una noche oscura del alma mexicana no obstante.

Pedro Páramo está en Netflix a partir del 6 de noviembre.

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Este artículo fue corregido el 4 de noviembre de 2024 para corregir la ortografía de Comala.