Se había mudado a Ámsterdam a los 18 años y quedó embarazada poco después. Siguió trabajando durante todo su embarazo, volviendo al trabajo poco después de que naciera su hijo. Fue en las primeras horas del 19 de febrero de 2009, cuando dos trabajadoras sexuales fueron a comprobar a la madre adolescente durante un descanso entre clientes, porque se dieron cuenta de que su música habitual no estaba sonando. Cuando entraron en su burdel, una habitación pequeña con una cama cubierta de plástico, tocador y lavabo, descubrieron el cuerpo de Betty Szabo. Había sido asesinada tres meses después de dar a luz, víctima de un violento ataque con cuchillo. Su bebé fue colocado en cuidado de crianza y nunca llegó a conocer a su madre, un hecho que motiva a los detectives. Aunque la policía lanzó inmediatamente una investigación por asesinato, nunca encontraron a su asesino. Revisaron las imágenes de las cámaras de seguridad y cuestionaron a posibles testigos. La mayoría de las personas que observan a las mujeres escasamente vestidas detrás de las ventanas rojas de neón son turistas. La policía sospecha que el perpetrador era extranjero. Ahora están instando a las personas que hayan visitado Ámsterdam a recordar, con una recompensa de 30.000 euros para animar a los testigos a presentarse. Mientras Ámsterdam lidia con planes controvertidos para trasladar sus famosos burdeles a una “zona erótica” fuera de la ciudad, el holograma de Betty Szabo ofrece un recordatorio conmovedor de la vulnerabilidad de las trabajadoras sexuales en un área que, a pesar de una variedad de medidas de seguridad, sigue siendo peligrosa. Las trabajadoras sexuales han expresado su preocupación de que sacar a las mujeres que venden sexo de la vista pública podría exponerlas a un peligro aún mayor. El hecho de que un crimen tan violento pudiera ocurrir en uno de los lugares nocturnos más concurridos de los Países Bajos sin que los testigos se presentaran sigue desconcertando a los investigadores. En el histórico distrito de la luz roja donde una vez vivió y trabajó, la presencia digital de la trabajadora sexual adolescente recuerda a los transeúntes que su caso aún no ha sido resuelto.