La Guerra de Corea: Familias se reencuentran con los cuerpos de soldados británicos desaparecidos.

En la ceremonia, las familias se sientan en sillas en medio de las largas filas de pequeñas tumbas de piedra, marcando los miles de soldados extranjeros que lucharon y murieron en la Guerra de Corea. Están acompañados por soldados en servicio de los antiguos regimientos de sus seres queridos.

La hija de Major Angier, Tabby, ahora 77 años, y su nieto Guy, se levantan para leer fragmentos de cartas que él escribió desde el frente. En uno de sus discursos finales, le dice a su esposa: “Mucho amor a nuestros queridos hijos. Diles cuánto papá los extraña y regresará tan pronto termine su trabajo”.

Tabby tenía tres años cuando su padre se fue a la guerra, y sus recuerdos de él están fragmentados. “Puedo recordar a alguien parado en una habitación y bolsas de lona apilándose, que debían ser su equipo para ir a Corea, pero no puedo ver su rostro”, dice.

En la época de la muerte de su padre, la gente no le gustaba hablar de las guerras, dice Tabby. En cambio, los habitantes de su pequeño pueblo de Gloucestershire solían comentar: “Oh, pobres niños, han perdido a su padre”.

“Solía pensar que si está perdido, lo van a encontrar”, dice Tabby.

Pero a medida que pasaron los años y aprendió lo que había sucedido, a Tabby le dijeron que el cuerpo de su padre nunca sería encontrado. La última pista registrada era que había sido dejado debajo de un bote boca abajo en el campo de batalla.

Tabby ha visitado este cementerio dos veces antes, en un intento de acercarse lo más posible a su padre, sin saber que él estaba aquí todo el tiempo. “Creo que tomará algún tiempo asimilarlo”, dice, desde su tumba recién adornada.

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