Después de la votación del Senado el lunes, Thorpe dijo a los reporteros que le habían negado su derecho a responder en la cámara debido a un retraso en el vuelo. “La Corona británica cometió crímenes atroces contra los primeros pueblos de este país… No me quedaré callada”, dijo la senadora independiente. Su protesta el mes pasado generó críticas inmediatas desde todos los sectores políticos, así como de algunos líderes aborígenes y de las Islas del Estrecho de Torres. Pero también recibió elogios de algunos activistas que argumentaron que destacaba la difícil situación de los primeros habitantes de Australia, que sufrieron violencia colonial y todavía enfrentan desventajas agudas en términos de salud, riqueza, educación y esperanza de vida en comparación con los australianos no indígenas. A pesar de la protesta, el Rey fue recibido calurosamente por las multitudes australianas durante su gira de cinco días junto a la Reina Camila. “Has demostrado un gran respeto por los australianos, incluso durante los momentos en que hemos debatido el futuro de nuestros propios arreglos constitucionales y la naturaleza de nuestra relación con la corona. Nada permanece inmutable”, dijo el Primer Ministro Anthony Albanese en un discurso oficial. Thorpe tiene una historia de activismo indígena que, en ocasiones, ha captado titulares a nivel mundial. Durante su ceremonia de juramentación en 2022, la mujer Gunai, Gunditjmara y Djab Wurrung se refirió a la Reina Isabel II como una colonizadora, y se le pidió que volviera a tomar su juramento después de enfrentar críticas. El año pasado, Australia rechazó decisivamente una propuesta para otorgar reconocimiento constitucional a los aborígenes y las isleñas del Estrecho de Torres y permitirles establecer un organismo para asesorar al parlamento sobre cuestiones que afectan a sus comunidades. El referéndum, conocido como la Voz, quedó atrapado en una campaña agotadora, y ambos lados de la política han buscado avanzar rápidamente, dejando incertidumbre sobre la política futura. Aunque los datos sugieren que la mayoría de los aborígenes y las isleñas del Estrecho de Torres votaron ‘Sí’, el apoyo no fue unánime. Thorpe misma fue una destacada defensora del ‘No’, habiendo criticado la medida como algo simbólico.