Como parte de una revisión ética, el museo retiró cráneos de Naga de la exhibición pública en 2020 y los colocó en almacenamiento. Fue entonces cuando FNR exigió su repatriación, por primera vez en la historia.
El museo dijo que aún no había recibido una reclamación formal de los descendientes de los Naga y que los procesos para devolver restos humanos “pueden llevar entre 18 meses y varios años, dependiendo de la complejidad del caso”.
La repatriación de restos humanos es más complicada que devolver artefactos. Requiere una investigación exhaustiva para determinar si los ítems fueron recolectados éticamente, identificar a los descendientes y navegar por las complejas regulaciones internacionales sobre el movimiento de restos humanos.
El foro Naga ha formado un grupo llamado Recuperar, Restaurar y Descolonizar bajo los antropólogos Dolly Kikon y Arkotong Longkumer para facilitar los retornos.
“Es un poco como un trabajo de detective”, dijo Longkumer. “Tenemos que tamizar a través de diferentes capas de información e intentar leer entre líneas para averiguar la naturaleza exacta de las colecciones y de dónde provienen”.
Pero para el pueblo Naga, este proceso no es meramente logístico. “Estamos tratando con restos humanos”, dijo Konyak. “Es un proceso internacional y legal, pero también es espiritual para nosotros”.
El grupo ha estado viajando a pueblos, reuniéndose con ancianos Naga, organizando conferencias y distribuyendo materiales educativos como cómics y videos para crear conciencia.
También están tratando de construir consenso en torno a temas como los últimos ritos de los restos repatriados. La mayoría de los Naga ahora siguen el cristianismo, pero sus ancestros eran animistas que seguían diferentes rituales de nacimiento y muerte.