La próxima administración de Donald Trump está heredando una casa en fuego en Oriente Medio, pero hay una gran oportunidad para ganar allí si su nuevo equipo está preparado para ser audaz. Requerirá algunos movimientos arriesgados de política exterior que podrían no alinearse con el enfoque doméstico de su campaña, pero por este camino podría encontrarse un Premio Nobel de la Paz para Trump.
“Trump quiere ‘ganar’”, dijo Robert Hamilton, Jefe de Investigación de Eurasia en el Instituto de Investigación de Política Exterior. “Podría ir desde prevalecer en una guerra con Irán hasta negociar un amplio acuerdo de paz regional.”
También sería un cambio fundamental del enfoque de la administración Biden, que a menudo parecía indeciso y averso al riesgo, y se enfocaba más en la desescalada que en soluciones. En muchos países árabes, donde se desprecia la debilidad, hay apertura a un cambio de paradigma.
Un cambio así implicaría arriesgar una escalada con Irán, donde la amenaza de la fuerza podría ser necesaria. También requeriría ofrecer no solo el apoyo esperado, sino un amor duro al Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu, cuyos seguidores esperan jubilosamente tener carta blanca en todos los frentes.
Las elecciones de gabinete de política exterior de Trump hasta ahora ciertamente están alineadas con lo anterior. El senador Marco Rubio (dirigido a Estado), Mike Waltz (Consejero de Seguridad Nacional) y Pete Hegseth (Defensa) son todos diferentes tipos de nombramientos, Rubio destaca como un pragmático ampliamente percibido, pero todos son halcones de Irán.
Si Trump tiene éxito en cualquiera de esto, además de poner fin a la guerra en Ucrania en términos que no se consideren una capitulación ante Vladimir Putin, sería una validación de construcción de legado para un presidente nuevo-viejo que generalmente no ha disfrutado de mucho crédito en el mundo.
Esta es una hoja de ruta que la próxima administración podría tomar para hacer grande Oriente Medio nuevamente.