Mientras hablamos con Tawfiq, más personas se acercan a nosotros para contarnos sus historias. Khalid Naseer dice que su hija bebé Nour, su hijo de dos años Omar y su esposa embarazada Fatima también murieron en el ataque de cloro de 2018. “Los que murieron eran principalmente niños y mujeres”. La ira que ha tenido que reprimir durante seis años sale a flote. “Todo el mundo sabe que Bashar al-Assad es un opresor y un mentiroso, y que mató a su propio pueblo. Mi esposa fue asesinada dos días antes de dar a luz a nuestro bebé”, grita, con las emociones a flor de piel. El ataque con gas cloro no fue la única vez que se utilizaron armas químicas en la zona. En 2013, se dispararon cohetes que contenían el agente nervioso sarín en varios suburbios controlados por rebeldes en Ghouta Oriental y Occidental, matando a cientos de personas. Expertos de la ONU confirmaron el uso de sarín pero no se les pidió que atribuyeran la culpa a nadie. Assad negó que sus fuerzas dispararan los cohetes, pero sí accedió a firmar la Convención sobre Armas Químicas y destruir el arsenal químico declarado de Siria. Entre 2013 y 2018, Human Rights Watch documentó al menos 85 ataques con armas químicas en Siria, acusando al gobierno sirio de ser responsable de la mayoría de ellos. Además de Douma en 2018, el Equipo de Investigación e Identificación de la OPCW identificó a la milicia siria como responsable de otros cuatro casos de uso de armas químicas en 2017 y 2018. Una misión anterior de investigación de hechos, que no tenía el mandato de identificar a los responsables, encontró que se utilizaron armas químicas en 20 ocasiones. Khalid y Tawfiq nos llevaron a un montículo junto a la carretera, a poca distancia en coche. Creen que este es el lugar donde el régimen llevó los cuerpos de su familia y los enterró en una fosa común. Mirando hacia abajo en el suelo, entre grava, barro y piedras, se pueden ver trozos de huesos, aunque no es posible decir si son restos humanos. “Es la primera vez que pongo un pie aquí, te lo juro por Dios. Si hubiera intentado venir aquí antes, ellos (el régimen) me habrían ejecutado”, dice Tawfiq. “En el Eid, cuando extrañaba a mi familia, solía pasar por el lado de esta carretera y mirar rápidamente hacia este montículo. Me hacía llorar”. Tawfiq quiere que se desentierren las tumbas, para poder darle a su familia un funeral digno.