Jeff Tiedrich propone en su blog que el presidente Biden debería operar una “fábrica de perdones” para proteger a todos los que han sido amenazados por Trump o Kash Patel.
Una de las características de la democracia es la suposición de que los partidos contenderán por el poder, aceptarán su victoria o derrota con gracia, y se prepararán para la próxima vez. Siempre habrá una próxima elección para intentarlo de nuevo.
Las amenazas de Trump y sus secuaces de procesar a sus críticos perturban la cortesía en la que depende un sistema democrático.
Trump considera a sus críticos como “enemigos”, no como críticos. Ha dejado claro repetidamente que usará su poder como presidente para procesar, encarcelar y aplastar a sus enemigos.
Recientemente dijo que los miembros de la Comisión del 6 de enero “deberían estar en la cárcel.” ¿Por qué? ¿Es normal o aceptable que una multitud convocada por el presidente descienda sobre el Capitolio de los Estados Unidos mientras se reúnen para certificar la elección, rompan las ventanas y puertas, golpeen a los policías, y hagan estragos en el edificio? ¿Qué fue criminal? ¿La convocatoria de la multitud? ¿Las acciones de la multitud? ¿O la investigación de los eventos del día?
Biden, escribe Tiedrich, debería emitir perdones preventivos a todos aquellos cuyas vidas y libertad puedan estar en peligro por Trump, Kash Patel o Pam Bondi.
Los próximos cuatro años serán una prueba para nuestra democracia. ¿Sobrevivirán las normas e instituciones al reinado de este amargado y vengativo anciano?