El debate sobre el hiyab cobró más impulso la semana pasada cuando Parastoo Ahmadi, una popular cantante iraní, fue arrestada después de transmitir un concierto virtual en YouTube sin audiencia presente y sin llevar puesto el hiyab, externo.
El concierto se volvió rápidamente viral y el arresto de Ahmadi y sus compañeros de banda provocó una amplia reacción negativa. Frente a la indignación pública, las autoridades los liberaron al día siguiente.
Las tensiones en torno al hiyab han permanecido altas desde las protestas a nivel nacional en 2022 desencadenadas por la muerte de Mahsa “Zhina” Amini, una joven mujer kurda que falleció bajo custodia policial después de ser detenida por presuntamente violar el código de vestimenta.
En los últimos dos años, muchas jóvenes iraníes han desafiado audazmente a las autoridades retirándose el hiyab en público, desafiando la autoridad del gobierno.
La semana pasada, más de 300 activistas de derechos iraníes, escritores y periodistas condenaron públicamente la nueva ley del hiyab, calificándola de “ilegítima e inaplicable” y urgieron a Pezeshkian a cumplir sus promesas de campaña.
A pesar de la presión de facciones radicales cercanas al Líder Supremo Ayatollah Ali Khamenei, muchos jóvenes en Irán parecen no tener miedo de enfrentar las restricciones del régimen.
Los partidarios de Pezeshkian creen que la nueva ley del hiyab no logrará disuadir a las jóvenes de desafiarla e incluso podría empeorar la situación.
Sin embargo, los partidarios de la legislación han presionado al presidente para avanzar, criticando la vacilación del Consejo de Seguridad Nacional y exigiendo que firme la ley para despejar el camino para su aplicación.
La decisión de pausar su implementación sugiere que el gobierno teme que pueda desencadenar otra ola de protestas masivas, como las vistas hace dos años.