Durante las últimas dos semanas, he escuchado a muchos sirios decir que quieren que los dejen solos para intentar reconstruir su país. Eso suena como un sueño de pipa. La guerra destruyó gran parte del país, pero también drenó la soberanía de Siria. Bashar al-Assad se convirtió en un cliente de Irán y Rusia y huyó del país cuando dejaron de apoyarlo. Los EE. UU. están en el noreste, cazando restos del Estado Islámico y protegiendo a sus aliados kurdos. Turquía controla gran parte del noroeste y tiene su propia milicia liderada por árabes. Hay indicios de que los turcos, que tienen una estrecha relación con HTS, están preparando un nuevo asalto contra los kurdos sirios que tienen una estrecha relación con los separatistas kurdos dentro de Turquía. Israel, actualmente tan agresivo como lo ha sido en muchos años, ha explotado de manera más evidente el vacío de poder que vio en Siria. Continúa bombardeando los restos de la infraestructura militar del estado y tomando más tierras sirias para agregarlas a los Altos del Golán, que ha ocupado desde 1967. Los israelíes, como siempre, justifican sus acciones como defensa propia. El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, me dijo que las acciones de Israel eran “irresponsables”. Israel, dijo, no debería actuar de una manera que pudiera “desestabilizar este proceso de transición muy, muy frágil”.