HTS consolidó su autoridad en Idlib a través de una estrategia dual: ganar los corazones y mentes de las poblaciones locales ofreciendo cierta forma de estabilidad, mientras usaba la fuerza para aplastar o cooptar rivales e incluso antiguos aliados. El grupo se alejó de la retórica yihadista distintiva, luchando por la religión y el establecimiento del gobierno islámico (Sharia) en Siria, como parte de un proyecto global interconectado más amplio. En su lugar, adoptaron una narrativa más “revolucionaria” y nacionalista, centrándose en el objetivo único de derrocar al presidente de Siria, Bashar al-Assad, y “liberar” Siria. El frente civil establecido por HTS en 2017 para administrar Idlib se llamó Gobierno de Salvación Sirio (SSG). El objetivo era demostrar las capacidades de gobierno de HTS y fortalecer su legitimidad. Este movimiento también probablemente buscaba aliviar los temores sobre los militantes que dirigían una provincia, tratando de distanciarse de la imagen brutal asociada con el gobierno de IS sobre territorios en Siria e Irak. El SSG operaba como un miniestado, completo con un primer ministro, ministerios y departamentos locales que gestionaban sectores clave como educación, salud y reconstrucción, todo ello siguiendo un consejo religioso guiado por la Sharia (ley islámica). También establecieron academias militares y de policía con aspecto profesional, mostrando con frecuencia sus ceremonias de graduación y organizando desfiles militares, a menudo asistidos por al-Sharaa. El SSG frecuentemente mostraba sus logros en reconstrucción y provisión de servicios. A menudo contrastaba estos esfuerzos con las condiciones precarias y la corrupción rampante en áreas controladas por el gobierno sirio o grupos rebeldes rivales. Al-Sharaa incluso asistió dos veces a la feria del libro anual de Idlib, dando discursos. Pero HTS enfrentó desafíos significativos en Idlib, y su gobierno estaba lejos de ser tranquilo. Antes de la ofensiva rebelde liderada por HTS el 27 de noviembre, el grupo fue acosado por protestas contra HTS, especialmente dirigidas al liderazgo de al-Sharaa. Los manifestantes acusaron a HTS de reprimir la disidencia a través de desapariciones forzadas y encarcelamiento de oponentes y críticos.