En el barrio de Bab Touma en Damasco, los manifestantes llevaban una cruz y banderas sirias, coreando “sacrificaremos nuestras almas por nuestra cruz”. “Si no se nos permite vivir nuestra fe cristiana en nuestro país, como solíamos hacer, entonces ya no pertenecemos aquí”, dijo un manifestante llamado Georges a la agencia de noticias AFP. Siria alberga a muchos grupos étnicos y religiosos, incluidos kurdos, armenios, asirios, cristianos, drusos, chiítas alauitas y suníes árabes, estos últimos forman la mayoría de la población musulmana. Hace poco más de dos semanas, la presidencia de Bashar al-Asad cayó en manos de las fuerzas rebeldes, poniendo fin al más de 50 años de gobierno de la familia Asad. Cómo gobernará el grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) Siria aún está por verse. El grupo tiene un pasado yihadista, del que se ha distanciado, y un presente islamista. Mientras los combatientes marchaban hacia Damasco a principios de este mes, sus líderes hablaban de construir una Siria para todos los sirios. Los representantes también han dicho que se protegerán los derechos y libertades de las minorías religiosas y étnicas. HTS sigue siendo designado como una organización terrorista por la ONU, EE. UU., UE y Reino Unido, aunque hay señales de que podría estar en marcha un cambio diplomático. El viernes, EE. UU. retiró una recompensa de $10 millones (£7.9 millones) por la cabeza del líder de HTS, Ahmed al-Sharaa, tras reuniones entre diplomáticos de alto nivel y representantes del grupo. EE. UU. continúa con su presencia militar en Siria: dijo que realizó un ataque aéreo en la ciudad del norte de Deir Ezzor que mató a dos operativos del ISIS. La presencia de combatientes extranjeros, extremistas islámicos como ISIS o incluso partidarios del régimen que tienen interés en causar inseguridad y atacar a minorías para sacudir la estabilidad del país son los grandes desafíos que enfrentará el nuevo liderazgo islámico.