Esos caracoles se creían ser los últimos de su especie, así que fueron recogidos y llevados a cautiverio. En el zoológico de Chester, el equipo de ciencia de la conservación creó un nuevo hogar para 60 de los preciosos caracoles. Se recrearon las condiciones adecuadas de alimentación, vegetación y hábitat en tanques en miniatura. 1,329 crías de caracol, criadas en el zoológico, ahora han sido marcadas con puntos de identificación – utilizando bolígrafos no tóxicos y esmalte de uñas – y transportadas de vuelta a su hábitat natural para ser liberadas. “[Es] un código de colores”, dijo Dinarte Teixeira, un biólogo de la conservación en el Instituto de Conservación de la Naturaleza y Bosques de Madeira. “Esto nos permitirá identificarlos y seguir a dónde se dispersan, cuánto crecen, cuántos sobreviven y qué tan bien se adaptan a su nuevo entorno”.