Viajé a Pangyo, el Silicon Valley de Corea del Sur, para conocer a una mujer que ha trabajado en la industria de los videojuegos durante 20 años. Después del caso de Darim, su empresa comenzó a editar todos sus juegos, eliminando los dedos de las manos de los personajes, convirtiéndolos en puños, para evitar quejas.
“Es agotador y frustrante” trabajar así, dijo, hablando bajo condición de anonimato. “La idea de que un gesto con la mano pueda ser visto como un ataque a los hombres es absurda y las empresas deberían ignorarlo”.
Cuando le pregunté por qué no lo estaban haciendo, me dijo que muchos desarrolladores comparten las opiniones anti-feministas de los jugadores. “Por cada persona que grita desde fuera, hay quienes dentro también creen que las cosas van mal”.
Luego está el costo financiero. Los hombres amenazan con boicotear los juegos a menos que las empresas actúen.
“Las empresas de juegos piensan que los anti-feministas son la mayor fuente de sus ingresos”, dijo Minsung. Después de que la empresa de Darim, Studio Ppuri, fuera atacada, dijo que perdió casi dos tercios de sus contratos con empresas de juegos.
Studio Ppuri no respondió a nuestras preguntas, pero tanto Nexon, el desarrollador de juegos, como Renault Korea nos dijeron que se oponían a todas las formas de discriminación y prejuicio.
Hay evidencia de que las autoridades también están cediendo a las demandas de los anti-feministas. Cuando Darim reportó su abuso a la policía, se negaron a tomar su caso.
Dijeron que como el gesto de pellizcar los dedos era tabú, era “lógico” que ella, como feminista, hubiera sido atacada. “Me quedé asombrada”, dijo. “¿Por qué las autoridades no me protegerían?”
Tras la indignación de las organizaciones feministas, la policía dio marcha atrás y ahora están investigando. En un comunicado, la policía del distrito de Seocho le dijo a la BBC que su decisión inicial de cerrar el caso había sido “insuficiente” y que estaban “haciendo todos los esfuerzos para identificar a los sospechosos”.
El caso dejó a la abogada de Darim, Yu-kyung Beom, desconcertada. “Si quieres decir que eres feminista en Corea del Sur, debes ser muy valiente o estar loca”, dijo.