Puntos clave:
El mayor problema en la educación es que los niños no están asistiendo a la escuela. El año pasado, el 26 por ciento de los estudiantes faltaron un mes o más de clases, lo que llevó a una dramática disminución en el rendimiento académico. El ausentismo crónico representó el 27 por ciento de la caída en los puntajes de matemáticas y el 45 por ciento de la disminución en los puntajes de lectura de 2019 a 2022. Los estudiantes que faltan crónicamente tienen 7 veces más probabilidades de abandonar antes de graduarse, y mientras los líderes estatales y del distrito están buscando soluciones, los niños están quedando rezagados.
Por qué el ausentismo crónico es difícil de resolver
En 2019, solo el 13 por ciento de los estudiantes en los EE. UU. faltaron crónicamente. Por lo general, estos estudiantes faltaban a la escuela debido a razones personales significativas, como enfermedades a largo plazo, participación en pandillas, depresión clínica, trabajar para mantener a sus familias, falta de transporte, uso de drogas, embarazos no planificados, etc., que no son fáciles de solucionar.
Sin embargo, desde la pandemia, la tasa de ausentismo crónico se ha duplicado del 13 por ciento al 26 por ciento.
El cambio es cultural. Durante los últimos cien años, se inculcó en la psique estadounidense que “la escuela es importante”. Se hizo un gran esfuerzo para proporcionar transporte a cualquier niño que viviera demasiado lejos para ir caminando, y la expectativa era que todos los niños debían venir a la escuela todos los días. Cortar clase solía llevarte a la oficina del director o incluso a que la policía apareciera en tu puerta.
Durante la pandemia de Covid-19, esta narrativa cambió. A medida que los padres comenzaron a trabajar desde casa, sus hijos se sentaban a su lado. Con conferencias grabadas y tareas publicadas en línea, asistir a clase comenzó a sentirse opcional. Cuando las puertas de la escuela volvieron a abrirse, muchas familias no regresaron por completo. Excusas comunes como estar cansado, perder el autobús, o simplemente no sentirse con ánimo de ir fueron validadas y excusadas en lugar de ser reprendidas. Mientras que antes los estudiantes que faltaban a la escuela eran vistos como delincuentes, para muchas familias se ha vuelto culturalmente aceptable, casi incluso esperado, que los niños se queden en casa cuando ellos o sus padres lo deseen.
Abrumado por el drástico aumento en el ausentismo, el personal escolar no puede revertir las normas culturales sobre la asistencia. Y no es su culpa.
La raíz del problema
La situación de cada estudiante es única. Algunos estudiantes pueden tener problemas con el transporte confiable, mientras que otros faltan a ciertas clases que no les gustan, y otros están desconectados completamente de la escuela. Sin saber por qué los estudiantes faltan a la escuela, el personal no puede avanzar en abordar la causa raíz del ausentismo crónico.
Hoy en día, casi el 75 por ciento de las ausencias de los estudiantes son “sin explicación”, lo que significa que ningún padre autorizado llamó o envió un correo electrónico a la escuela para decir dónde están sus hijos y por qué no están en clase. Esta falta de claridad hace imposible que las escuelas ofrezcan soluciones personalizadas y mantengan a los estudiantes comprometidos. Las ausencias sin explicación solo profundizan la desconexión y limitan la capacidad de las escuelas para abordar el ausentismo de manera efectiva.
Saber por qué los estudiantes faltan a la escuela es crítico, pero también muy difícil de descubrir. En una escuela secundaria de 2,000 estudiantes con un 85 por ciento de asistencia diaria promedio, 225 estudiantes estarán ausentes cada día sin proporcionar ninguna explicación. En un mundo ideal, las escuelas hablarían con cada padre para averiguar la razón por la que su hijo no estuvo en clase, pero las escuelas no pueden hacer 225 llamadas telefónicas adicionales sin 3-5 empleados adicionales. En su lugar, confían en llamadas automáticas y cartas de ausencia, y esos métodos no funcionan lo suficientemente bien.
Normalizar la asistencia nuevamente: Se necesita un esfuerzo colectivo
Mejorar la asistencia no se trata solo de asignar recursos adicionales. Se trata de cambiar la mentalidad y fomentar una cultura que priorice la presencia. Esto comienza con las escuelas y las comunidades haciendo de la asistencia una responsabilidad compartida, no solo una política.
Primero, las escuelas deben tomar la iniciativa para entender por qué los estudiantes faltan a la escuela. Ya sea a través de sistemas de asistencia impulsados por inteligencia artificial moderna o con métodos más tradicionales como llamadas telefónicas, comprender las causas raíz es fundamental para abordar el problema.
Luego, categorizar y reconocer patrones. Pequeños ajustes pueden tener grandes impactos. Un distrito notó que los estudiantes que estaban a 0.9 millas de la escuela tenían muchas más probabilidades de no presentarse porque su política de transporte era para familias que vivían a 1 milla de la escuela o más lejos. Al cambiar su política, vieron un aumento en la asistencia. De manera similar, identificar clases específicas que los estudiantes están saltándose puede ayudar a adaptar las intervenciones, ya sea a través de la participación de los maestros o ofreciendo apoyo adicional.
Por último, las escuelas deben centrar los recursos en los estudiantes que enfrentan los desafíos más severos. Estos estudiantes a menudo requieren soluciones personalizadas, como visitas domiciliarias para padres que no responden o ayuda con el transporte. Los esfuerzos dirigidos como estos tienen un impacto directo en la reducción del ausentismo y la mejora de la asistencia en general.
Cuando las comunidades se unen para hacer de la asistencia escolar una prioridad, los estudiantes reciben el apoyo que necesitan para tener éxito. Abordar el ausentismo crónico no es una tarea fácil, pero con un esfuerzo enfocado y una cultura de compromiso, podemos revertir esta tendencia preocupante y dar a los estudiantes la base que merecen para un futuro exitoso.
Joe Philleo, Edia
Joe Philleo es el cofundador y CEO de Edia, una plataforma impulsada por inteligencia artificial que aborda dos desafíos críticos en la educación K-12: mejorar los resultados matemáticos y reducir el ausentismo. La misión de Edia es asegurar que cada estudiante tenga acceso a una educación excepcional, basada en la creencia de que la escuela moldea la trayectoria de la vida de las personas.
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