En una elección presidencial que fue desestimada como una farsa y un atentado a la democracia, el líder autoritario Alexander Lukashenko ha asegurado un séptimo mandato en el poder para extender sus 30 años de gobierno sobre Bielorrusia. Medios estatales informaron que Lukashenko, de 70 años y cercano aliado del presidente ruso Vladimir Putin, obtuvo el 86,8% de los votos, según resultados preliminares anunciados por la comisión electoral. Con políticos de oposición en el exilio o encarcelados, y los cuatro candidatos alternativos vistos como extras aprobados por el estado en una elección fraudulenta, se consideró inevitable que Lukashenko obtuviera otro mandato de cinco años en la presidencia. Alrededor de 6,9 millones de personas eran elegibles para votar en la antigua república soviética estrechamente alineada con Moscú, pero sus votos del domingo no se consideraron de mucho valor. La participación electoral se informó en un 85,7%, según los resultados preliminares. “Nada que ver con la realidad” El científico político Valery Karbalevich, quien huyó al extranjero porque su vida corría peligro, dijo a dpa que los números publicados en Bielorrusia no tenían “nada que ver con la realidad”. “El aparato de poder decide los números de antemano”. Según Karbalevich, Lukashenko, quien ha estado en el poder desde 1994, no tendría ninguna posibilidad de victoria en una elección con verdaderos candidatos de oposición. Mientras los votantes emitían sus votos, la jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, condenó en una publicación en X las “elecciones fraudulentas”. Las calificó como “un flagrante atentado contra la democracia”. Sin embargo, Lukashenko, al emitir su voto en la capital Minsk, dijo que Bielorrusia no necesita aprobación del extranjero y que no le importa si la Unión Europea reconoce las elecciones o no. “Reconocer estas elecciones o no, es cuestión de gusto. Me importa un bledo”, dijo Lukashenko a los periodistas en Minsk. Tras la última elección en 2020, la comisión electoral otorgó a Lukashenko el 80,1% de los votos, con una participación del 84,4%. Esto desencadenó protestas pro democracia en todo el país, que Lukashenko reprimió violentamente con la ayuda de Rusia. Las Naciones Unidas estiman que 300,000 personas han abandonado Bielorrusia desde entonces. Los activistas de derechos humanos dicen que hay más de 1,200 presos políticos en Bielorrusia, que es el último país de Europa en seguir utilizando la pena de muerte. Sin oposición, sin observadores independientes Partes de la oposición política en el exilio habían pedido a los bielorrusos que boicotearan por completo las elecciones, mientras que otros grupos dijeron que la gente debería seleccionar la opción “en contra de todos” en la papeleta. Encuestas a pie de urna realizadas por un instituto estatal mostraron que el 5,1% eligió esta opción. Los seguidores de la líder de la oposición en el exilio, Sviatlana Tsikhanouskaya, a quien muchos ven como la verdadera ganadora en 2020, han instado a la comunidad internacional a no reconocer ni las elecciones ni a Lukashenko como presidente. Karbalevich dice que Lukashenko se ha presentado como el guardián de la paz y la estabilidad, especialmente en vista de la guerra de Rusia contra Ucrania. “Ahora cuenta con el apoyo de muchos que estaban en su contra en 2020, pero que ya eran pro rusos entonces”, dijo. Karbalevich dijo a dpa que el servicio secreto de Bielorrusia mantiene un fuerte control sobre el país, y que los votantes temen consecuencias penales si siquiera leen información crítica sobre el gobierno en sus teléfonos. Bielorrusia está sujeta a sanciones occidentales debido a la represión política y su apoyo a la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. El país ha beneficiado económicamente de su relación con Moscú, incluyendo la importación de gas y petróleo baratos de Rusia, y apoyando la economía de guerra de Rusia, dijo Karbalevich. Sin embargo, dijo que el país paga un alto precio por su dependencia de Rusia, a saber, teniendo cada vez menos soberanía.
