Redefinamos el éxito estudiantil para medir lo que realmente importa.

Como superintendente de un distrito escolar en el sur de California, he escuchado con frecuencia a importantes empleadores expresar su preocupación de que los graduados de las principales universidades de la UC y privadas a menudo carecen de habilidades esenciales en gestión de proyectos, habilidades interpersonales básicas y la capacidad para la creatividad e innovación. Esto revela una discrepancia significativa entre la educación K-12, la educación superior y las demandas de la fuerza laboral moderna.

Las medidas tradicionales de éxito académico, que durante mucho tiempo han estado dominadas por las universidades de élite, a menudo han perpetuado sistemas de exclusividad en lugar de fomentar una verdadera oportunidad.

Las universidades de élite durante mucho tiempo han dependido de criterios rígidos, como altas puntuaciones en exámenes de matemáticas e inglés, cursos avanzados como cálculo y clases de AP, y actividades extracurriculares seleccionadas, para determinar qué estudiantes son admitidos. Pero estos criterios a menudo favorecen a aquellos con acceso a tutores privados, escuelas bien financiadas y el conocimiento interno del proceso de admisión proporcionado por los entrenadores de admisión universitaria. Como resultado, este sistema excluye a muchos estudiantes que poseen talentos extraordinarios pero carecen de los medios para navegar por estos caminos tradicionales.

La estrecha definición de éxito utilizada actualmente por las universidades de élite crea dos problemas principales. En primer lugar, reduce el potencial del estudiante a un conjunto de números y narrativas pulidas, ignorando cualidades como la resiliencia, la inteligencia emocional y el impacto social. En segundo lugar, no reconoce a los estudiantes que pueden destacarse en dominios menos convencionales pero igualmente críticos, como las habilidades interpersonales y la capacidad para resolver problemas de manera creativa. Al depender de estas medidas desactualizadas, el sistema actual no solo limita las oportunidades individuales, sino que también priva a la sociedad de las diversas perspectivas necesarias para resolver desafíos complejos.

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En respuesta, distritos como el Distrito Escolar de Anaheim Union están liderando nuevas formas de evaluar y celebrar el éxito estudiantil a través de lo que llamamos las 5Cs: pensamiento crítico, creatividad, colaboración, comunicación y compasión. Este enfoque desafía las definiciones desactualizadas de “preparación para la universidad y la carrera” y ofrece una visión más holística para el futuro.

En colaboración con el profesor de la UC Irvine, June Ahn, y la organización sin fines de lucro de tecnología educativa eKadence, Anaheim Union está desarrollando y poniendo a prueba una estrategia de aprendizaje mejorada por inteligencia artificial que redefine cómo se mide el talento estudiantil.

Al igual que un estudiante conductor reflexiona sobre lo que salió mal después de fallar en un examen de manejo o cómo un entrenador hace que un equipo analice sus errores después de perder un gran juego, el distrito está incorporando la reflexión estructurada en el aprendizaje de los estudiantes. Después de completar una unidad o proyecto importante, los estudiantes se involucran en reflexiones escritas u orales, considerando lo que hicieron bien, dónde tuvieron dificultades y cómo pueden mejorar. Estas reflexiones se alimentan luego a un análisis de inteligencia artificial (IA), diseñado y probado por el equipo de Ahn, que genera de inmediato un resumen tanto para el estudiante como para el maestro. La IA no solo destaca los puntos principales de la reflexión, sino que también proporciona consejos accionables para el crecimiento.

Por ejemplo, si un estudiante trabaja en un proyecto comunitario para abordar la inseguridad alimentaria y luego reflexiona sobre cómo tuvo dificultades para organizar reuniones de equipo pero se destacó al presentar sus hallazgos, la herramienta de IA de la UC Irvine capturará estos conocimientos. Podría sugerir estrategias para una mejor gestión del tiempo u ofrecer técnicas de comunicación para mejorar la coordinación del equipo. Este proceso iterativo garantiza que los estudiantes no solo estén adquiriendo conocimientos de la materia, sino que también estén desarrollando habilidades de vida esenciales.

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Uno de los aspectos más prometedores de esta estrategia de aprendizaje mejorada por IA es su potencial para influir en las admisiones universitarias. Las universidades cada vez más cuestionan la eficacia de los criterios tradicionales, especialmente a la luz de decisiones para eliminar los requisitos de pruebas SAT/ACT. La herramienta que estamos desarrollando proporciona una adición escalable a los criterios actuales: un portafolio de reflexiones resumidas por IA que destacan las fortalezas de un estudiante que no pueden ser medidas por puntajes de pruebas o en un ensayo.

Imagina a un oficial de admisiones universitarias revisando el portafolio de un solicitante. En lugar de un solo GPA o puntaje de prueba, ven una narrativa dinámica de crecimiento e impacto: cómo un estudiante lideró un proyecto comunitario que aborda la inseguridad alimentaria, demostrando compasión y colaboración, o cómo desarrollaron una solución innovadora a un desafío de STEM, mostrando pensamiento crítico y creatividad. Un sistema así no solo hace que las admisiones sean más equitativas, sino que también se alinea mejor con lo que las universidades y empleadores valoran cada vez más: individuos adaptables, motivados y socialmente conscientes.

El futuro de la educación depende de desmantelar los sistemas que recompensan el antiguo modelo de fábrica, que beneficia a algunos estudiantes y deja de lado a otros, y reemplazarlos con modelos que reconozcan y fomenten diversas formas de excelencia. Este enfoque ofrece una hoja de ruta sobre cómo los distritos escolares en todo California pueden capacitar a todos los estudiantes para superar las barreras tradicionales y realizar su máximo potencial. Si se adopta ampliamente, podría transformar no solo la educación K-12, sino también las admisiones universitarias, el desarrollo laboral y la sociedad en general.

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La pregunta ya no es si es necesario el cambio, sino qué tan rápido podemos escalar innovaciones como esta para garantizar que cada estudiante tenga la oportunidad de prosperar. Al abrazar este cambio, podemos crear un sistema educativo más justo, dinámico e inclusivo, que valore a cada estudiante por lo que son y por lo que contribuyen al mundo.

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Michael Matsuda es superintendente del Distrito Escolar de Anaheim Union High School. June Ahn es profesor de ciencias del aprendizaje y asociaciones investigación-práctica en la Escuela de Educación de la UC Irvine.

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