Hassan Nasrallah, el veterano líder del grupo militante Hizbollah, será enterrado el domingo en Beirut, casi cinco meses después de ser asesinado en un ataque aéreo israelí, tras una ceremonia a la que asistieron decenas de miles de personas.
Sosteniendo fotos de Nasrallah y cubiertos con banderas amarillas de Hizbollah, seguidores de Líbano y más allá llenaron el estadio Camille Chamoun Sports City de 55,000 asientos, con multitudes que se desbordaron afuera, en un funeral destinado a ser una muestra de fuerza para el movimiento que ha sido golpeado por su guerra con Israel.
Muchos en la multitud lloraron cuando los ataúdes de Nasrallah y su sucesor Hashem Safieddine, quien reinó sobre Hizbollah durante apenas una semana antes de ser también asesinado por Israel, fueron paseados por el estadio.
Nasrallah, de 64 años, fue asesinado junto con otros altos cargos de Hizbollah el 27 de septiembre, cuando la fuerza aérea de Israel lanzó docenas de bombas en uno de los puestos de mando del grupo en el suburbio densamente poblado de Dahiyeh en Beirut.
La muerte de Hassan Nasrallah marcó un golpe impresionante apenas días después de que Israel intensificara su campaña contra el grupo militante respaldado por Irán en una guerra a gran escala, que devastaría su cúpula directiva y disminuiría su arsenal de armas.
Israel continúa realizando ataques aéreos en lo que dice son posiciones de Hizbollah.
La multitud estalló en gritos de desafío, el presentador declarando que el sonido de los aviones no los intimidaría.
La guerra se desencadenó cuando Hizbollah comenzó a disparar cohetes hacia Israel el 8 de octubre de 2023 “en solidaridad” con Gaza, luego del mortal ataque de Hamas el 7 de octubre.
Al menos 4,000 personas murieron en Líbano, muchas de ellas presumiblemente combatientes de Hizbollah, mientras caían misiles israelíes en áreas de las que el grupo obtiene su apoyo.
En sus 32 años al mando, Nasrallah transformó al grupo militante chiíta en la fuerza preeminente en la red regional de proxies respaldada por Irán, apodada el eje de la resistencia.
Hasta su muerte, fue venerado, no solo en su país, sino en todo el mundo árabe y musulmán, por su defensa de los palestinos y su desafío a Israel.
Muchos de sus seguidores todavía estaban lidiando con su muerte.
En un intento por impulsar la moral, un discurso transmitido en las pantallas del estadio desde una ubicación no revelada vio al líder actual de Hizbollah, Naim Qassem, tranquilizar a la multitud de que el grupo seguía siendo “fuerte”.