Imagina un aula en la que los jóvenes estudiantes están discutiendo emocionadamente sus aspiraciones futuras y una carrera en medicina se siente como una meta tangible en lugar de un sueño lejano. Ahora, imagina que la mayoría de los estudiantes provienen de comunidades históricamente marginadas: poblaciones negras, hispanas e indígenas que enfrentan desproporcionadamente tasas más altas de enfermedades crónicas, expectativas de vida más cortas y resultados de salud más pobres.
Sabemos que estas disparidades pueden reducirse cuando los pacientes son atendidos por médicos que comparten sus antecedentes culturales y experiencias de vida. ¿El problema? Nuestra fuerza laboral de atención médica sigue siendo abrumadoramente no representativa de las comunidades a las que sirve.
Para muchos estudiantes de orígenes subrepresentados, una carrera médica se siente inalcanzable. El camino para convertirse en médico es desalentador, lleno de obstáculos como dificultades financieras, falta de mentoría e inequidades sistémicas en la educación. Muchos estudiantes son marginados mucho antes de considerar la escuela de medicina, mientras que aquellos que persisten enfrentan una batalla cuesta arriba compitiendo contra compañeros con muchos más recursos y apoyo.
Para mitigar estas disparidades, debemos mirar más allá de nuestros hospitales y escuelas de medicina y hacia los lugares donde se moldean las mentes jóvenes: nuestras aulas de K-12. La exposición temprana a carreras en el cuidado de la salud puede encender la curiosidad y mostrar a los estudiantes que pertenecen a lugares donde históricamente han sido excluidos.
Organizaciones como la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Florida, con su programa “Science Students Together Reaching Instructional Diversity and Excellence” (SSTRIDE), están liderando el camino en la eliminación de barreras para carreras médicas para estudiantes subrepresentados. SSTRIDE presenta a estudiantes de secundaria y preparatoria a entornos médicos del mundo real, dándoles exposición directa a entornos de atención médica que de otra manera podrían sentirse distantes o inaccesibles. Luego, el programa une la mentoría a largo plazo, el enriquecimiento académico y oportunidades extracurriculares para construir la confianza y las habilidades que los estudiantes necesitan para llegar a la escuela de medicina.
El programa 15 White Coats en Luisiana adopta un enfoque complementario pero igualmente significativo: transformar los entornos de las aulas al introducir imágenes y literatura culturalmente relevantes que reflejan la diversidad de la profesión médica. Para muchos estudiantes, ver a médicos que se parecen a ellos, presentados en carteles o libros, puede desafiar las dudas internalizadas y desmantelar los mensajes sociales que sugieren que no pertenecen a la medicina. A través de esfuerzos de recaudación de fondos y becas, otras iniciativas de 15 White Coats abordan las barreras financieras que impiden de manera desproporcionada que los “aspirantes a médicos de minorías” persigan carreras médicas.
El impacto de estos programas puede ser profundo. La investigación muestra que los estudiantes expuestos a carreras en ciencias o medicina a una edad temprana tienen muchas más probabilidades de seguir estos campos más adelante en la vida. Y los estudiantes de medicina que pertenecen a grupos subrepresentados son los más propensos a regresar a comunidades desatendidas para ejercer. Su presencia puede mejorar la comunicación, fomentar la confianza del paciente y fomentar la innovación en la dirección de desafíos de salud únicos para esas comunidades.
Estos programas incluso pueden tener un efecto dominó en familias y comunidades enteras. Cuando los jóvenes persiguen carreras en medicina, se convierten en modelos a seguir para hermanos, amigos y vecinos. Esto crea una cultura de aspiración en la que el éxito se siente posible y accesible, cambiando las percepciones sociales e inspirando a las generaciones futuras a apuntar más alto.
Pero programas como 15 White Coats y SSTRIDE no pueden prosperar sin una inversión sostenida. Necesitamos compromisos personales y financieros para desmantelar las barreras sistémicas que impiden que los estudiantes de grupos subrepresentados ingresen a la medicina.
Los legisladores y educadores deben intervenir. La financiación educativa federal y estatal debe priorizar subvenciones para escuelas que se asocien con hospitales, escuelas de medicina y organizaciones de atención médica. Estas asociaciones deben ofrecer experiencias prácticas como programas de sombreado, campamentos de verano médicos y ferias de carreras enfocadas en la atención médica. Los profesionales de la medicina también tienen un papel que desempeñar: pueden ofrecerse como mentores o ponentes invitados, ofreciendo orientación valiosa y desmitificando el camino hacia una carrera médica.
Como estudiante de medicina, sé lo transformadoras que pueden ser estas experiencias. Pueden inspirar a los estudiantes a imaginarse en roles que nunca hubieran imaginado y ganar la confianza para perseguir sueños que una vez parecían inalcanzables.
Seamos claros, la representación en la medicina no se trata de la óptica. Se trata de mejorar los resultados de salud y generar un cambio significativo. Construir un canal más fuerte y diverso hacia la profesión médica no es solo una prioridad educativa. Es un imperativo de salud pública.
Una inversión en mentes jóvenes hoy es una inversión en un sistema de atención médica que representa, comprende y sirve a todos. La equidad en la atención médica comienza mucho antes de que un paciente entre en la consulta de un médico. Comienza en el aula.
Surya Pulukuri es miembro de la clase de 2027 de la Facultad de Medicina de Harvard.
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Esta historia sobre equidad en salud fue producida por The Hechinger Report, una organización de noticias independiente y sin fines de lucro enfocada en la desigualdad y la innovación en la educación. Regístrese para el boletín semanal de Hechinger.