El Legado de LFO – Cultura en Voz Alta

A finales de la década de 1990, mientras la locura de las boy bands se extendía por todo el mundo, un trío de New Bedford, Massachusetts, emergió con una mezcla fresca de pop, hip-hop y R&B que capturó los corazones de millones. LFO, abreviatura de Lyte Funkie Ones, se convirtió en un pilar de la cultura pop de la época, impulsado por pegajosas melodías y encanto juvenil. Sin embargo, su historia no es solo de fama y éxito, sino también de una pérdida profunda, dejando solo a un miembro sobreviviente para llevar adelante su legado.

Los orígenes de LFO se remontan a 1995, cuando Rich Cronin y Brad Fischetti, dos músicos aspirantes de New Bedford, se encontraron con Brian “Brizz” Gillis. Inicialmente, el trío buscaba abrirse un camino como un acto pop influenciado por el rap, diferenciándose de las coreografías sincronizadas y baladas armonizadas que definían a grupos como Backstreet Boys y NSYNC. Sus primeros años estuvieron marcados por la lucha, mientras pulían su sonido bajo la dirección del controvertido mánager Lou Pearlman, la figura detrás de muchos éxitos de boy bands pero más tarde infame por mala conducta financiera. La influencia de Pearlman, aunque fue fundamental en su ascenso, más tarde arrojaría una sombra sobre sus logros, especialmente para Cronin, quien perdió los derechos de publicación de algunos de sus mayores éxitos.

El primer sencillo del grupo, “Sex U Up (The Way You Like It)”, lanzado en 1997, no logró entrar en las listas, tal vez su título era demasiado reminiscente del éxito anterior de Color Me Badd. No fue hasta 1998, después de que Gillis dejara el grupo y fuera reemplazado por Devin Lima, que LFO comenzó a encontrar su rumbo. Lima, cuyo nombre real era Harold Lima, aportó una energía fresca al trío, y con su incorporación, LFO acortó su nombre de Lyte Funkie Ones al acrónimo más simplificado. Esta formación, Cronin, Fischetti y Lima, se convirtió en el rostro de LFO durante sus años de mayor éxito, encarnando el estético de puntas decoloradas y Abercrombie & Fitch de la era del año 2000.

El gran avance de LFO llegó en 1999 con el lanzamiento de “Summer Girls”, una canción pop con toques de rap que se convirtió en un himno de finales de los años 90. Alcanzando el puesto número tres en el Billboard Hot 100, la canción fue una obra maestra en referencias nostálgicas de la cultura pop, mencionando desde New Kids on the Block hasta Abercrombie & Fitch. Escrita por Cronin, “Summer Girls” era a la vez pegajosa y polarizante, sus letras peculiares y su vibra relajada contrastaban con las baladas pulidas de sus compañeros. El éxito de la canción era innegable, vendiendo más de 1.5 millones de copias solo en EE. UU. y ganando un premio Billboard Music Award como Sencillo Más Vendido del Año.

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El video musical que acompañaba a “Summer Girls” cimentó el lugar de LFO en la cultura pop, emitiéndose incansablemente en el Total Request Live (TRL) de MTV y mostrando la imagen juguetona y despreocupada del trío. El álbum debut homónimo de LFO (uno de mis álbumes favoritos de todos los tiempos), lanzado en 1999, capitalizó el éxito de “Summer Girls”, alcanzando el puesto número 21 en el Billboard 200 y eventualmente siendo certificado como disco de platino. El álbum generó otro éxito entre los diez primeros, “Girl on TV”, que llegó al puesto número 10 en el Hot 100. Inspirada por la entonces novia de Cronin, la actriz Jennifer Love Hewitt, la canción presentaba un video musical protagonizado por la propia Hewitt, aumentando aún más su atractivo. A diferencia de “Summer Girls”, “Girl on TV” se inclinaba más hacia el territorio pop tradicional, mostrando la versatilidad del grupo y el talento de Cronin para escribir letras románticas y cercanas.

El álbum debut también incluía una versión de “If I Can’t Have You” de Yvonne Elliman, que, aunque no llegó a los cuarenta primeros, se sumó a su catálogo de melodías pegajosas. El éxito de LFO durante este período se vio impulsado por oportunidades de alto perfil, como la gira con Britney Spears en 1999, que los expuso a audiencias masivas y solidificó su estatus como un nombre conocido. Sin embargo, las presiones de la fama y el agotador horario impuesto por Pearlman cobraron su precio, con Cronin revelando más tarde que había pasado por terapia para hacer frente a la pérdida de sus derechos de publicación y la naturaleza explotadora de su gestión.

Para 2001, la burbuja de las boy bands comenzaba a desinflarse, y el segundo álbum de LFO, Life Is Good, llegó en un momento desafiante. El sencillo principal del álbum, “Every Other Time”, se convirtió en su tercer éxito entre los cuarenta primeros, alcanzando el puesto número 44 en el Billboard Hot 100, pero carecía del impacto cultural de su trabajo anterior. La canción principal, “Life Is Good”, se lanzó como sencillo promocional pero no logró entrar en las listas, señalando un declive en su impulso comercial. El álbum en sí luchó por replicar el éxito de su debut, con ventas mediocres reflejando el cambio en el panorama musical y el interés decreciente en las boy bands.

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En febrero de 2002, LFO anunció su receso, con Fischetti admitiendo más tarde que la separación no fue inicialmente amigable. Los miembros tomaron caminos separados, con Cronin intentando lanzar nuevos proyectos, incluido un grupo de corta duración llamado Bad Mood Mike y una participación en el reality show de VH1 Mission: Man Band. Mientras tanto, Lima exploró la música electrónica, formando un grupo llamado The Mack Pack (más tarde Rogue Cherry) y lanzando sencillos en 2014. Fischetti se alejó del foco de atención, convirtiéndose eventualmente en director de música en una iglesia de Florida y participando en actividades de activismo contra el aborto.

La historia de LFO tomó un giro trágico en 2010 cuando Rich Cronin, el carismático líder del grupo y principal compositor, falleció a los 36 años. Cronin había sido diagnosticado con leucemia en 2005, sometiéndose a un trasplante de células madre y luchando contra la enfermedad durante cinco años. Su muerte marcó el comienzo de lo que algunos han llamado la “maldición de LFO”, un término que, si bien es sensacionalista, refleja la desgarradora realidad de las pérdidas del grupo. El fallecimiento de Cronin fue un golpe profundo para los fanáticos y los compañeros de banda, con Fischetti y Lima honrando su memoria reuniéndose brevemente en 2009 para la gira en homenaje a Malcolm Douglas, durante la cual apoyaron a Cronin en su enfermedad.

La tragedia se profundizó en 2017 cuando Devin Lima, quien se había convertido en el corazón de LFO junto a Fischetti, fue diagnosticado con cáncer adrenal en etapa cuatro, una enfermedad rara y agresiva. El dúo acababa de lanzar su primera canción nueva en 15 años, “Perfect 10”, y estaban planeando una gira para revivir el nombre de LFO. Lima se sometió a una cirugía para extirpar un tumor del tamaño de un balón de fútbol, pero el cáncer resultó ser demasiado formidable, y falleció en noviembre de 2018 a los 41 años. Fischetti, devastado por la pérdida de su “alma gemela” en la banda, se comprometió a seguir honrando tanto a Cronin como a Lima, enmarcando sus muertes dentro de su fe como una reunión futura en la vida eterna.

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El golpe final llegó en marzo de 2023, cuando el miembro fundador Brian Gillis, quien había dejado el grupo antes de su éxito mainstream, murió a los 47 años a causa de un ataque al corazón. Con el fallecimiento de Gillis, Brad Fischetti se convirtió en el único miembro sobreviviente de LFO, una realidad que lo ha dejado lidiando con lo que él llama un “honor desafortunado”.

Hoy en día, Fischetti lleva adelante el legado de LFO, interpretando sus éxitos en giras de nostalgia junto a otros actos de los años 90 como O-Town y Ryan Cabrera. Sus actuaciones son un tributo a Cronin y Lima, a quienes recuerda no solo como compañeros de banda, sino como hermanos. La misión de Fischetti es “traer un poco de alegría” a los fanáticos, recordándoles un “tiempo más simple” antes de las complejidades de la edad adulta y la pérdida. Sin embargo, su activismo, en particular su postura vocal contra el aborto, ha generado controversia, con algunos fanáticos cuestionando si se alinea con el espíritu inclusivo de la música de LFO, destacando los desafíos de separar las creencias personales de un artista de su legado público.

Mientras Brad Fischetti sube al escenario solo, respaldado por los fantasmas de sus compañeros de banda, la historia de LFO sirve tanto como una celebración de su breve y brillante momento en el centro de atención como como una reflexión sobria sobre la fragilidad de la vida. Para los fanáticos, la música perdura como una cápsula del tiempo de finales de los años 90, pero para Fischetti, es una misión para honrar el pasado mientras navega un futuro incierto. Al final, el legado de LFO no solo está en sus éxitos, sino en la resiliencia del hombre que quedó para contar su historia, asegurando que Rich Cronin, Devin Lima y Brian Gillis nunca sean olvidados.

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