La mayoría de los votantes dicen que sintonizarán para ver el debate vicepresidencial del martes por la noche y que esperan aprender algo sobre los candidatos, aunque muchos también dicen, quizás no sorprendentemente en este entorno partidista, que lo están viendo para apoyar a su bando o para ver si el otro lado comete un error.
Parte del papel de cualquier candidato a vicepresidente es movilizar la base, y tanto el gobernador de Minnesota, Tim Walz, como el senador de Ohio, JD Vance, entran en el debate del martes, que será moderado por CBS News, en una buena posición dentro de sus propios partidos: la gran mayoría de los demócratas piensan que Walz mejora su boleta, y la mayoría de los republicanos piensan que Vance también suma a su boleta.
Walz y Vance son descritos como generalmente “competentes” por la mayoría de los votantes, pero el debate también plantea un desafío para ambos. Ninguno ha logrado convencer todavía a la mayoría de los votantes sobre una parte esencial del trabajo: que estarían calificados para ser presidente si fuera necesario.
A los ojos de los demócratas, Walz llega con cierto impulso: su entusiasmo ha crecido un poco desde que fue seleccionado. El de Vance se ha mantenido estable, y él suscita más entusiasmo de los republicanos de MAGA que de los republicanos no MAGA.
Aunque hay mucho ánimo partidista, grandes mayorías de espectadores del debate estarán buscando aprender algo sobre los candidatos, y específicamente, un cuarto dice que estarán buscando algo que les ayude a tomar una decisión de voto. Eso podría, por supuesto, estar solidificando una elección, dado lo reñido que ya es el concurso, pero implica que el debate podría tener un impacto sustancial.
Y los votantes quieren escuchar las opiniones de los candidatos sobre la economía y la inmigración y, más ampliamente, sus opiniones sobre lo que significa América. En contraste, hay poco deseo de escuchar detalles sobre sus vidas personales y familias o comparaciones de sus expedientes militares.
Incluso menos dicen que quieren escuchar a Walz y Vance criticarse mutuamente.
Walz es visto como más un activo para la boleta demócrata que Vance lo es para la boleta republicana. En general, los votantes le dan la ventaja a Walz en esto, y los demócratas son más propensos a decir que Walz mejora su propia boleta que los republicanos a decir lo mismo de Vance.
Otra división partidista se puede ver en cómo los candidatos se comportan, con demócratas y republicanos favoreciendo a sus propios candidatos y desaprobando a sus contrapartes.
Y otra medida clave para observar: al igual que los candidatos presidenciales han mostrado una “brecha de género” muy discutida en la preferencia de voto, los candidatos a vicepresidente también provocan una especie de brecha de género propia: las mujeres votantes son 10 puntos más propensas que los hombres a gustarles personalmente Tim Walz. Para los hombres es lo contrario, y son más propensos que las mujeres a decir que les gusta Vance.
Una cosa en la que los votantes están mayormente de acuerdo es que las apuestas son altas: dos tercios de los votantes sienten que votar en esta elección importa más que en la elección presidencial de hace cuatro años.