Cuando la lluvia comienza a caer, lo hace con mayor intensidad en suelos que no son los mejores para absorber altos niveles de agua. “Además de los extremos de lluvia aumentada, estamos viendo veranos más calurosos que pueden endurecer el suelo y reducir su capacidad de absorber agua”, dijo el Prof. Mark Smith, de la Universidad de Leeds. “Esto amplifica los efectos más directos de las intensidades de lluvia aumentadas, ya que más agua llega a los ríos”. También hay cierto debate entre los científicos sobre si un mundo más cálido hace que estas tormentas se muevan más lentamente, lo que exacerbaría la cantidad de lluvia que entregan. Este año hemos visto evidencia de este tipo de tormenta y la devastación que puede causar. En septiembre, la tormenta Boris trajo muerte y destrucción a varios países de Europa Central, nuevamente fortalecida por el intenso calor en el Mediterráneo. Se dijo que este desastre de movimiento lento fue hecho dos veces más probable por el cambio climático. En España, la falta de advertencias precisas ha llevado a críticas de que se podría haber hecho más.