Nuestra Última Advertencia: Seis Grados de Emergencia Climática por Mark Lynas
Publicado en junio de 2020
La superposición en el diagrama de Venn de lectores de Nuestra Última Advertencia y votantes de Trump probablemente sea extremadamente pequeña. Agregue lectores de Universidades en Llamas, y la probabilidad de superposición se acerca a cero.
Entonces, ¿qué se puede decir útilmente sobre otro libro de emergencia climática mientras intentamos digerir los resultados de las elecciones del 5 de Noviembre?
Existe un grupo de personas en la educación superior que creen que abordar y prepararse para los peores efectos del cambio climático debería ser el foco central de nuestras instituciones. Que el cambio climático representa una amenaza existencial y que la academia tiene la responsabilidad de centrar nuestra atención y recursos en el tema. Esto significa cambiar todo, desde lo que enseñamos y estudiamos hasta cómo calentamos y enfriamos nuestros campus.
De todos los libros sobre cambio climático que he leído después de leer Universidades en Llamas, Nuestra Última Advertencia es el más aterrador. Detallar los impactos cada vez más profundos de un planeta más cálido en cada nuevo grado Celsius de aumento de temperatura es una elección narrativa que hace que el libro sea difícil de dejar (o, en mi caso, dejar de escuchar). Las noticias solo empeoran cuanto más calor hace.
El desafío es que después del 20 de enero, quienes estén a cargo de formular políticas relacionadas con el clima en los Estados Unidos no solo nunca habrán leído un libro como Nuestra Última Advertencia, sino que la administración negará toda la realidad del cambio climático.
Con la segunda administración de Trump, es probable que haya poca inversión en una transición de la quema de carbono a energía renovable. Las inversiones e incentivos en energía solar, eólica e hidroeléctrica desaparecerán. Las políticas diseñadas para subsidiar la extracción y quema de combustibles fósiles nuevamente serán el enfoque del gobierno federal.
Quizás de todas las cosas de las que estamos preocupados como resultado de estas elecciones, la política climática parece menos urgente. No puedo discutir eso. Sin embargo, el clima es un área en la que las universidades pueden tener un impacto amplio y tangible.
Podemos redoblar nuestros esfuerzos para educar a la próxima generación de trabajadores que gestionarán la transición energética. Podemos ofrecer cursos, títulos y certificados no universitarios en política climática, energía renovable y sostenibilidad.
Podemos optar por hacer inversiones a largo plazo en la descarbonización de nuestros campus.
Elegir abordar la emergencia climática en el centro de nuestras prioridades institucionales es una forma en la que podemos plantar cara a la orientación anticientífica de Trump y sus designados.
Libros como Nuestra Última Advertencia pueden ayudarnos a recordar por qué es tan importante que las universidades hagan de abordar el cambio climático el núcleo de su misión.
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