Eso plantearía un dilema para los millones de rumanos que votaron por otros candidatos. Una opción sería unirse al populista Socialdemócrata Ciolacu, una figura establecida que continuaría el camino pro-occidental de Rumania. Respaldar a Georgescu, quien ha prometido proteger la soberanía de Rumania, es la alternativa. Georgescu, que no pertenece a ningún partido, también ha jurado terminar lo que él llama la sumisión a la Unión Europea y la OTAN, especialmente en el apoyo a Ucrania. Ha condenado el escudo de defensa antimisiles de la OTAN en Deveselu, Rumania. El resultado final de esta ronda se conocerá más tarde el lunes, cuando se cuenten los votos de la capital, Bucarest, y de la gran diáspora rumana. La campaña se centró principalmente en el alto costo de vida, con Rumania teniendo la mayor proporción de personas en riesgo de pobreza de la UE. Las encuestas a pie de urna publicadas el domingo sugirieron que Ciolacu tenía una ventaja sólida, y proyectaron que la candidata de centro-derecha, Elena Lasconi, ocuparía el segundo lugar. Sin embargo, el recuento actual sitúa a Lasconi en tercer lugar con un 18%, y a otro nacionalista, George Simion, en cuarto lugar. El presidente en Rumania tiene un papel en gran parte simbólico pero con una considerable influencia en áreas como la política exterior. La participación fue del 51%, similar a la cifra de hace cinco años.