Si Robert F. Kennedy Jr. consigue ser confirmado como secretario para el Departamento de Salud y Servicios Humanos del presidente electo Donald Trump, será el trabajo más grande que jamás haya tenido.
Y algunos de sus antiguos colaboradores de campaña cuestionan si está a la altura del desafío.
Kennedy, que proviene de una de las familias más destacadas de la política demócrata, ha ocupado roles de liderazgo como abogado y en organizaciones sin fines de lucro, pero más a menudo ha sido la cara pública de estas operaciones que un gerente ejecutivo. Su campaña presidencial fue dirigida de manera similar, con Kennedy no involucrado de cerca en su gestión diaria, según entrevistas con media docena de ex colaboradores de campaña.
“Es un líder inspirador que puede comunicarse. Pero no es un gerente”, dijo Jeff Hutt, portavoz del comité de acción política Make America Healthy Again y ex director nacional de campo de Kennedy.
La campaña de Kennedy, su último empeño profesional, fue suspendida antes de que alguien pudiera votar por él y lo dejó con una deuda de $4.5 millones.
“No tengo idea de cómo va a dirigir un departamento completo, si así es como dirigió la campaña”, dijo un ex colaborador de campaña que pidió anonimato para discutir dinámicas internas. “Dirigir un caso judicial y demandar a personas es muy diferente a dirigir un negocio. Creo que es un abogado fantástico. Creo que hace su debida diligencia y entiende la ley y realmente quiere ayudar a todas las personas”.
Kennedy ha destacado su experiencia como defensor del medio ambiente y litigante como calificación para el cargo, pero Kennedy nunca ha dirigido un equipo tan grande. El Departamento de Salud y Servicios Humanos supervisa 13 subagencias y tiene un presupuesto de más de $1 billón y más de 80,000 empleados.
Y Trump, quien supuestamente consideró darle un cargo a Kennedy en su primera administración, también ha dado una mandato gigantesco, diciendo que el HHS “jugará un gran papel en ayudar a garantizar que todos estén protegidos de sustancias químicas dañinas, contaminantes, pesticidas, productos farmacéuticos y aditivos alimentarios que han contribuido a la abrumadora crisis de salud en este país”, en un comunicado anunciando a Kennedy como su elección.
Este trabajo implicará luchar contra una gran burocracia, pero la campaña de Kennedy fue lo opuesto. Al final, un pequeño círculo de amigos y familiares se convirtió en el núcleo de su equipo de campaña.
“La campaña era un puñado de personas que eran profesionales reales, y un montón de personas que Bobby conoció en el camino de la libertad de la salud”, dijo otro ex colaborador.
Esto causó conflictos en el equipo y hizo que la campaña fuera lenta para responder a la prensa negativa. También retrasó las operaciones de la campaña, incluida la recaudación de fondos.
“Técnicamente creo que podríamos haber recaudado entre $50 y $75 millones adicionales de lo que recaudó”, dijo Dave Murphy, quien fue el director de finanzas de la campaña. “Deberíamos haber tenido un crecimiento exponencial, y eso no sucedió. Y simplemente creo que cada campaña y líder tiene éxito o fracasa en función del liderazgo que los rodea, las personas que están cerca de ellos, y creo que había algunas personas que no entendían la visión de lo que una campaña presidencial [y que] realmente necesita traer dinero a la puerta para que sea creíble”.
La campaña finalmente recaudó alrededor de $62 millones, pero más de $15 millones de esa suma provinieron de la compañera de fórmula de Kennedy, Nicole Shanahan, quien es independientemente rica.
Los ex colaboradores dicen que Kennedy será un excelente portavoz y cara de la misión de MAHA, que se compromete a abordar las enfermedades crónicas a través de “priorizar la agricultura regenerativa, preservar hábitats naturales y eliminar toxinas de nuestra comida, agua y aire”.
El énfasis en él como cara pública no es diferente al papel que desempeñó en la exitosa demanda contra Monsanto, una compañía química que posee el herbicida Roundup, y como presidente de la junta de Children’s Health Defense, una organización sin fines de lucro de la que actualmente está de licencia.
“Básicamente era nuestro secretario de prensa y portavoz, y eso fue realmente útil. Y cuando obtuvimos el veredicto, fue él quien nos ayudó a organizarnos”, dijo Brent Wisner, quien fue abogado en el caso de Monsanto, este verano durante una entrevista sobre el papel de Kennedy en el caso de Monsanto.
Wisner agregó que Kennedy también fue un activo al hablar con la prensa durante el juicio y fue especialmente útil cuando se trataba de la fase de descubrimiento e investigación previa al juicio, donde encontró ejemplos de la deferencia de las agencias regulatorias hacia la industria en detrimento de los resultados de salud.
Las posteriores litigaciones y libros de Kennedy centrados en la seguridad de las vacunas lo marginaron de algunos en el movimiento ambientalista y eventualmente del Partido Demócrata cuando se postuló para presidente. Pero los ex colaboradores de Kennedy dijeron que tiene las habilidades para reconstruir puentes y forjar relaciones necesarias para lograr cosas en Washington.
“Es una persona muy genuina. Escucha y le gusta encontrar las mejores respuestas disponibles”, dijo un ex colaborador senior. “Y como ha dicho públicamente, si se le muestra dónde se equivoca en algo, cambiará de opinión”.
Este colaborador senior también dijo que no cree que Kennedy vaya a “purgar” inmediatamente el departamento de personal, como algunos en la órbita de Trump han prometido, y que su ex jefe tiene un “enfoque más tranquilo”.
Pero algunos ex colaboradores dijeron que buenas intenciones y una aptitud para construir relaciones no son suficientes para cubrir habilidades de liderazgo.
“Va a necesitar un buen subalterno”, dijo Hutt, quien trabajó en el comité de acción política que apoya a Kennedy. “No sé a quién tiene en mente, pero espero que busque fuera de su equipo de campaña para este puesto”.
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