Esta temporada, encontrando mi gratitud en el arte y la enseñanza.

Puntos clave:

Como maestra de arte en una escuela para estudiantes de doble excepcionalidad, la gratitud se hace presente en muchos momentos cada día. Reflexionando sobre mi rol anterior en una escuela pública, a menudo me sentía atrapada en un torbellino, enfocándome en estudiantes que no siempre estaban completamente comprometidos. Pero aquí, tengo el regalo del tiempo y la conexión. El tamaño reducido de las clases significa que llego a conocer a cada uno de mis estudiantes personalmente, celebrando sus voces y ayudándolos a dar vida a sus pasiones. Estoy agradecida por la oportunidad de inspirarlos, pero aún más agradecida por la inspiración que me brindan.

Mis estudiantes me sorprenden con su creatividad y resistencia. No son solo niños en una escuela de educación especial; son individuos que me enseñan nuevas formas de ver el arte y la vida. En nuestro campus, nos esforzamos por proporcionar a los estudiantes un entorno seguro, terapéutico y educativo donde desarrollen habilidades para convertirse en aprendices efectivos, adquieran perspicacia personal y adquieran estrategias de afrontamiento.

Un día, puedo presenciar a un estudiante mostrándome con orgullo su portafolio. Al día siguiente, ese mismo estudiante podría estar experimentando con la máquina de coser, luchando, pero aún ansioso por probar algo nuevo. Pequeños momentos como estos me recuerdan que la enseñanza no es de una sola vía. Mientras estoy aquí para guiar y apoyar a mis estudiantes, también aprendo mucho de su curiosidad, habilidades para resolver problemas y formas únicas de pensar. Es humillante saber que confían en mí para ser parte de su viaje creativo altamente personal. Nuestras clases de arte a menudo se sienten como sesiones de terapia de arte, donde con cada pincelada o modelado de arcilla, los estudiantes aprenden más sobre sí mismos.

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El entorno cercano y solidario de nuestra escuela me permite practicar un enfoque basado en la elección en el salón de arte. Esto significa que mis estudiantes tienen la libertad de explorar temas que resuenen con ellos. Cada semestre, eligen un tema principal que informa sus proyectos, que van desde la identidad personal o patrones en la naturaleza hasta conexiones sociales o estudios de luz y textura. Esta flexibilidad les permite expresar su individualidad y conectarse al arte de formas personalmente significativas. Estoy agradecida de presenciar a estudiantes que una vez no estaban interesados en el arte salir de mi clase con una confianza y emoción renovadas, a menudo diciéndome que ahora ven el mundo de manera un poco diferente, o simplemente diciendo “gracias”. Estos gestos me recuerdan que estoy haciendo la diferencia que esperaba cuando decidí ser maestra.

Los viajes de mis estudiantes me han cambiado tanto como educadora como persona. Me han enseñado el valor de desacelerar, de retroceder cuando un proyecto no está funcionando y de repensar cómo apoyar mejor a cada uno de ellos. Su apertura sobre sus propias luchas me recuerda ser más amable conmigo misma, practicar lo que predico sobre el autocuidado y la salud mental. Esto se amplificó cuando regresé al aula después de tener a mi primer hijo el año pasado. Mis estudiantes de muchas maneras se han convertido en mis maestros, empujándome a ser una persona mejor y más compasiva. Se preocupan por mí en días difíciles y preguntan si me estoy poniendo a mí misma en primer lugar, utilizando mis habilidades de afrontamiento. Me dan mucho; realmente me humillan.

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Equilibrar mi papel como maestra y nueva madre tiene sus desafíos, pero estoy increíblemente agradecida por esta carrera que me alimenta. Mi escuela no es solo un lugar donde comparto mi amor por el arte, sino también donde encuentro mi propia salida creativa. Ya sea llevando una pieza que hice en casa para mostrar a mis estudiantes o charlando con ellos sobre nuestros intereses compartidos, este trabajo me mantiene conectada a mis pasiones más allá de la maternidad.

Cada día, me recuerdo que he encontrado mi trabajo soñado aquí. Estoy agradecida no solo por la oportunidad de impactar a mis estudiantes, sino por el impacto que tienen en mí. En esta temporada de gratitud, llevo estas lecciones con un corazón lleno, sabiendo que nuestro trabajo creativo juntos es un paso importante mientras mis estudiantes trabajan para alcanzar su potencial intelectual y socioemocional.

Sara Wodarski, NewHope Academy

Sara Wodarski es maestra de arte en NewHope Academy, una escuela de educación especial en Arlington Heights, Illinois. Se graduó en cerámica y educación artística en la Universidad Estatal de Illinois.

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