La guerra en Siria ha parecido durante los últimos cuatro años casi terminada. El presidente Bashar al-Assad tiene un control casi absoluto en las principales ciudades del país, mientras que algunas partes de Siria permanecen fuera de su control directo. Estas incluyen áreas de mayoría kurda en el este, que han estado más o menos separadas del control estatal sirio desde los primeros años del conflicto. Ha habido cierta continuación, aunque relativamente silenciada, de la agitación en el sur, donde comenzó la revolución contra el gobierno de Assad en 2011. En el vasto desierto sirio, los remanentes del grupo que se autodenomina Estado Islámico siguen representando una amenaza de seguridad, especialmente durante la temporada de caza de trufas cuando la gente se dirige a la zona en busca de esta delicia altamente rentable. Y en el noroeste, la provincia de Idlib ha sido ocupada por grupos yihadistas y rebeldes que fueron desplazados allí en el punto álgido de la guerra. La fuerza dominante en Idlib es la que ha lanzado el ataque sorpresa en Alepo, HTS.
