Lil Yachty y James Blake: Reseña de mal cameo – un intento fallido del dúo camaleónico | Pop y rock

Lil Yachty y James Blake han divergido bastante de sus comienzos artísticos. En el Let’s Start Here del año pasado, el rapero de 26 años de Atlanta dejó a los fans desconcertados o encantados por su inesperado giro hacia la psicodelia con tintes de Pink Floyd, después de haberse hecho un nombre con una serie de extrañas canciones de trap vanguardistas. Mientras tanto, Blake, una vez el crooner auteur de la escena post-dubstep, en estos días es el productor de referencia para las superestrellas del rap que buscan una inyección de alma de robot triste.

Bad Cameo album art work

Así que su colaboración tiene todo el sentido en teoría, pero en realidad, Bad Cameo parece haberse quedado atascado en las etapas de planificación, con un puñado de ideas prometedoras metidas torpemente en formas de canciones ambientales. Hay momentos de auténtico escalofrío, como escuchar la voz elástica de Yachty canalizada a través de la caja negra de trucos de Blake en Missing Man y Transport Me, y el casi gospel Red Carpet, un a capella entrelazado con órgano Hammond y siseo analógico.

Pero a veces la melancolía frágil se convierte en barro. Save the Savior es un páramo de fanfarronadas desechables y autocompasión lloriqueante, mientras Blake se transforma en Chris Martin a mitad de camino en el exagerado Midnight. El álbum que Bad Cameo más desea ser, a juzgar por las voces con efecto de pitch, el piano esquelético y las estructuras desarticuladas, es Blonde de Frank Ocean. Un objetivo noble, pero una meta alta de alcanzar, sobre todo cuando sus confesionales están tan sumergidos en efectos acuáticos.

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