Las tensiones entre los países de la OTAN y Rusia han estado aumentando implacablemente desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022. “Hay razones para una grave preocupación” por los daños a la infraestructura, dijo Rutte. Agregó que la OTAN respondería a tales accidentes de manera contundente, con más abordajes de embarcaciones sospechosas y, si fuera necesario, su incautación. Declinó compartir más detalles sobre el número de activos que participarán en la iniciativa Baltic Sentry, ya que dijo que esto podría cambiar regularmente y que no deseaba que “el enemigo fuera más sabio de lo que ya es”. La infraestructura submarina es esencial no solo para el suministro de electricidad, sino también porque más del 95% del tráfico de internet está asegurado a través de cables submarinos, dijo Rutte, agregando que “1.3 millones de kilómetros (800,000 millas) de cables garantizan un valor estimado de 10 billones de dólares en transacciones financieras cada día”. En un post en X, dijo que la OTAN haría “lo que sea necesario para garantizar la seguridad de nuestra infraestructura crítica y todo lo que valoramos”. Ha habido un aumento en los daños inexplicables a la infraestructura submarina en el Báltico en los últimos meses. El accidente más reciente en la infraestructura submarina vio un cable eléctrico que corría entre Finlandia y Estonia cortarse a finales de diciembre. La tripulación de la guardia costera finlandesa abordó el petrolero Eagle S – que navegaba bajo bandera de las Islas Cook – y lo dirigió hacia aguas finlandesas, mientras que Estonia desplegó un buque patrulla para proteger su cable de alimentación submarino. El lunes, Risto Lohi de la Oficina Nacional de Investigación de Finlandia dijo a Reuters que el Eagle S estaba amenazando con cortar un segundo cable de alimentación y un gasoducto entre Finlandia y Estonia en el momento en que fue incautado. El Ministro de Asuntos Exteriores de Estonia, Margus Tsahkna, dijo en diciembre que los daños a la infraestructura submarina se habían vuelto “tan frecuentes” que ponían en duda la idea de que los daños pudieran considerarse “accidentales” o “simplemente mala pericia marinera”. Tsahkna no acusó directamente a Rusia. Tampoco lo hizo el Primer Ministro sueco Ulf Kristersson, quien el domingo dijo que si bien Suecia no estaba sacando conclusiones apresuradas ni “acusando a nadie de sabotaje sin motivos muy fuertes”, tampoco era “ingenua”. “La situación de seguridad y el hecho de que cosas extrañas sucedan una y otra vez en el Mar Báltico nos llevan a creer que no se puede descartar una intención hostil”. “Hay pocas pruebas de que un barco podría causar daños accidentalmente y sin darse cuenta… sin entender que podría causar daños”, dijo.