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TAIPÉI (Reuters) – Una delegación de legisladores taiwaneses liderada por el presidente del parlamento asistirá a la inauguración de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, dijo la oficina presidencial el miércoles, agregando que el gobierno seguirá fortaleciendo los lazos con la nueva administración.
Taiwán, que China considera su propio territorio, contó con un fuerte apoyo de la primera administración de Trump, incluyendo la regularización de ventas de armas que han continuado bajo el presidente Joe Biden, pero Trump desconcertó a Taiwán en la campaña al pedirle que pagara por su defensa.
La oficina presidencial de Taiwán dijo que el presidente del parlamento Han Kuo-yu, un miembro destacado del partido opositor Kuomintang que se postuló sin éxito para presidente en 2020, lideraría el grupo en la inauguración, acompañado por una delegación bipartidista de otros siete legisladores.
Saliendo el sábado para la ceremonia del lunes, el grupo se reunirá con dignatarios, grupos de expertos y académicos estadounidenses, dijo la oficina presidencial de Taiwán, sin dar detalles.
“Las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos tienen una larga historia, y ambos lados han logrado avances significativos en los últimos años”, dijo en un comunicado.
“El gobierno felicita especialmente al presidente Trump por su inauguración, y continuará fortaleciendo las relaciones entre Taiwán y Estados Unidos en el futuro sobre la base de la buena confianza mutua y la interacción existente.”
El Kuomintang y el pequeño Partido Popular de Taiwán juntos tienen la mayoría de los escaños en el parlamento. El Kuomintang tradicionalmente apoya estrechos lazos y diálogo con China, pero niega ser pro-Beijing.
China aún no ha anunciado quién enviará a la inauguración.
Estados Unidos, al igual que la mayoría de los países, no tiene lazos formales con Taiwán pero está obligado por ley a proporcionar a la isla los medios para defenderse.
El gobierno democráticamente electo de Taiwán rechaza las reclamaciones de soberanía de Beijing, diciendo que solo el pueblo de la isla puede decidir su futuro.
China se niega a hablar con el presidente taiwanés Lai Ching-te, diciendo que es un “separatista”.
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