La historia elevada pero arraigada de ‘Pájaro Blanco’ – Cultura en Voz Alta

White Bird: A Wonder Story revolotea en la pantalla con una suave promesa de inspiración, un spin-off de la radiante Wonder, que considero una brillante obra maestra de cinco estrellas. Dirigida por Marc Forster, esta película intenta tejer un cuento de amabilidad en medio del desgarrador telón de fondo de la Francia ocupada por los nazis. Si bien no alcanza las alturas sobresalientes de su predecesora, White Bird aún logra ofrecer una narrativa sincera, aunque algo predecible, que tira de las fibras del corazón con su sinceridad. Es una película que disfruté sinceramente, aunque le falta la magia transformadora que hizo de Wonder una joya inolvidable.

La historia se centra en Julian Albans (Bryce Gheisar), el matón reformado de Wonder, que ahora navega por una nueva escuela con un persistente sentimiento de aislamiento. Su abuela, Sara (Helen Mirren), interviene para compartir su historia de guerra, un flashbacks que forma el núcleo emocional de la película. La joven Sara (Ariella Glaser) es una niña judía protegida por Julien (Orlando Schwerdt), un compañero de clase paralítico por la polio, y su familia durante la Segunda Guerra Mundial. Esta estructura vincula la película con los temas de empatía de Wonder, pero se siente endeble, como si el viaje de Julian fuera simplemente un trampolín para una lección histórica más amplia en lugar de un arco totalmente integrado.

Ariella Glaser brilla como la joven Sara, aportando una inocencia llena de espíritu que gradualmente se endurece en resiliencia. Su química con Julien de Orlando Schwerdt es el corazón palpitante de la película, su vínculo floreciendo a través del juego imaginativo en un granero que sirve tanto como prisión como santuario. Estos momentos de ligereza, fingiendo que un viejo coche es un carro hacia la libertad, son conmovedores, aunque a veces se desvían hacia un tono caprichoso que choca con la cruda realidad exterior.

LEAR  Fallece a los 88 años Donald Sutherland, actor de "No mires atrás" y "Los juegos del hambre"

Helen Mirren, como la mayor Sara, le da a la película un esplendor que eleva sus momentos más tranquilos. Su narración es cálida pero penetrante, un recordatorio de las apuestas más allá de las paredes del granero. Sin embargo, su tiempo en pantalla es limitado, y las escenas de la actualidad con Julian se sienten poco desarrolladas. Wonder destacó al explorar profundamente la vida interior de sus personajes, pero White Bird se apoya mucho en la historia de Sara, dejando el arco de redención de Julian como una idea secundaria. Es una oportunidad perdida para unir completamente las dos historias.

La cinematografía de Matthias Koenigswieser captura el idílico campo francés con un brillo que contrasta fuertemente con la oscuridad de la guerra. Sin embargo, este pulido a veces se siente demasiado impecable, suavizando los bordes crudos de la historia. En comparación con el realismo arraigado de Wonder, White Bird corre el riesgo de desinfectar su materia para una audiencia más joven, una elección que suaviza su impacto.

El elenco de apoyo, incluida Gillian Anderson como la madre desinteresada de Julien, es la fuerza tranquila que ancla la valentía de la familia, aunque su papel, al igual que muchos otros, se siente secundario en comparación con los jóvenes protagonistas.

En su mejor momento, White Bird ofrece momentos de emoción genuina. Una escena en la que Sara y Julien enfrentan el peligro que se acerca a través de su imaginación compartida es a la vez tierna y desgarradora, un testimonio del poder de la esperanza en medio de la desesperación. La música de Thomas Newman se hincha bellamente aquí, realzando el tono agridulce de la película. Sin embargo, estos momentos altos se ven atenuados por una previsibilidad que Wonder evitaba: cada giro se siente anunciado, cada lección empacada ordenadamente. El ritmo de la película tropieza en su acto medio, deteniéndose demasiado en los confines del granero. Mientras la relación de Sara y Julien se profundiza, la repetición de su rutina de esconderse y esperar ralentiza el impulso. Wonder mantuvo a su audiencia comprometida con una narrativa ágil y multifacética, pero White Bird a veces parece estar dando vueltas, esperando su clímax inevitable. Recortar quince minutos podría haber afilado su enfoque sin sacrificar el corazón.

LEAR  Serie de comedia de Pixar para Disney+ 'Win or Lose' - ¡Cultura en Voz Alta!

White Bird destaca como una herramienta de enseñanza, ofreciendo una entrada suave a las narrativas del Holocausto para los espectadores más jóvenes. Su énfasis en la compasión en tiempos oscuros es atemporal, y las actuaciones lo llevan lejos. Pero donde Wonder se sintió como una revelación, cruda, sorprendente y profundamente humana, esta película juega más seguro, descansando en tropos familiares.

Para los fanáticos de Wonder, White Bird ofrece un regreso nostálgico a su universo, pero con un sabor diferente. Se trata menos de transformación personal y más de reflexión histórica, un cambio que puede no satisfacer a aquellos que esperan la misma profundidad emocional. Aprecié su gracia y la forma en que honra los pequeños actos de valentía, pero nunca captura del todo la chispa que hizo de Wonder un destacado. Es un pájaro que vuela admirablemente pero no se eleva al mismo estratosfera.

White Bird se está proyectando actualmente en los cines de Luna Palace.

Email: [email protected]
Redes sociales: @neillfrazer